La inteligencia artificial no es ciencia ficción, ha llegado para quedarse, también en la medicina. No sustituirá a los médicos, sino que es y será su copiloto. Es una potente herramienta en la que apoyarse para realizar un diagnóstico, decidir un tratamiento o hacer el seguimiento de un paciente.
La inteligencia artificial (IA) ha aterrizado en la medicina y expertos en distintas especialidades como atención primaria, cardiología, neurología, así como oncología, abordan en EFEsalud el presente y futuro de este copiloto.
Experiencia=datos
El nombre de inteligencia artificial, lo dice todo. Se trata de un conjunto de técnicas, algoritmos y programas informáticos dedicados a “darle a las maquinas la capacidad humana de la inteligencia”. Lo explica a EFEsalud la presidenta de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial (Aepia), Alicia Troncoso.
Una persona va generando su sabiduría a partir de experiencias, en el caso de las máquinas, esa experiencia la aportan los datos.
La presidenta de Aepia recuerda que si bien en los últimos meses se ha conocido más entre la ciudadanía a raíz del lanzamiento del chat GPT, en la IA se lleva trabajando muchos años.
Y como no es ciencia ficción, tampoco llegará a sustituir a los humanos. En el caso concreto de la medicina, Troncoso cree que será una herramienta en la que apoyarse y la figura del médico “seguirá siendo fundamental”.
Ejemplos en atención primaria
La atención primaria es la puerta de entrada del paciente al sistema sanitario y donde la IA ha llegado de una manera tímida, por el momento.
“Sí pero no”, asegura, desde Dinamarca, el miembro del grupo de trabajo de tecnología emergente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), Hans Eguia.
Y es que para que sea una herramienta verdaderamente útil y funcione bien es necesaria una cantidad de datos “muy importante”. Por ejemplo, comenta Eguia, para entrenar al chat GPT se han necesitado más de ocho millones de documentos y diez millones de palabras.
Desde Semergen, explica el experto, están trabajando en un sistema de triaje de pacientes, para que cuando el paciente quiera pedir cita en el centro de salud, el programa lo escuche y lo evalúe a partir de una selección de palabras clave de forma que pueda decidir la urgencia con la que tiene que ser atendido.
Además, con el fin de abordar la gran cantidad de pacientes crónicos que hay en el sistema, apuestan por un sistema de monitorización, por ejemplo de la hipertensión, donde el paciente introduce sus valores y el sistema le adjudicará un color (verde, naranja o rojo en función de la gravedad). El médico al ver el color, consulta su historia clínica y se comunica con el paciente si es necesario para controlarlo.
“Y así como puede ser hipertensión, puede ser insuficiencia cardíaca, puede ser también para el colesterol, para glucemias, entre otros. Con lo que yo he educado al programa puede tomar la decisión si es un paciente urgente, no urgente o solo de control”, abunda el doctor.
Cardiología e Inteligencia Artificial
En el campo de la cardiología, dónde más ha impactado la IA ha sido, hasta el momento, en la imagen cardíaca: tanto en TAC, como en resonancia como en ecocardiografía.
Algunos sistemas ya están en aparatos que se usan diariamente y sirven para automatizar procesos más rutinarios.
“La máquina te indica dónde ve una alteración y tú lo confirmas. Está ocurriendo en muchas especialidades porque esto ha pasado mucho en anatomía patológica y en otras áreas de diagnóstico por imagen”, explica el cardiólogo del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña, Rafael Vidal.
Vidal, quien es consultor de nuevas tecnologías de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), incide en que en la imagen hay parámetros que el médico no ve, y que analiza la máquina ofreciendo más información de lo que éste puede apreciar.
Así, la inteligencia artificial en esta especialidad de la medicina se encuentra en una fase en la que la máquina hace lo que el médico hacía pero en menos tiempo y éste confirma si está de acuerdo o no con lo que aporta.
“Es una etapa que durará años. El tema sería si realmente en un tiempo se considera como automático y correcto eso que detecta la máquina y no necesita a nadie que lo verifique”, indica Vidal.
En este campo, hay multitud de publicaciones sobre el uso de la AI también en torno a una herramienta “tan antigua” como el electrocardiograma y de la que ahora se está sacando mucha información a la hora de predecir si los pacientes van a desarrollar arritmias, o una disfunción ventricular, por ejemplo.
El experto de la SEC indica que ya hay muchos trabajos de la Clínica Mayo de Estados Unidos en este sentido y con los relojes inteligentes. Se han validado algoritmos, que al aplicarlos en pacientes y con un electrocardiograma que se puede hacer por el rejoj se pude conocer si existe una disfunción ventricular.
Algunas de estas herramientas que aportan información a través del reloj inteligente ya están validadas por las autoridades sanitarias estadounidenses (FDA).
¿La IA podrá predecir el alzhéimer?
En neurología también se usan algunas herramientas de IA aunque todavía no muchas. Lo explica el secretario de la Sociedad Española de Neurología, David Ezpeleta.
Como en cardiología, en lo primero que se ha introducido ha sido en la imagen.
“Es capaz de leer un TAC craneal sin contraste y predecir si hay una oclusión de gran vaso -que puede producir un ictus-, con lo que se puede saber desde el comienzo si se toma de forma inmediata una decisión terapéutica, como puede ser hacer una trombectomía y predecir el tamaño del infarto”, explica el neurólogo.
Ezpeleta sostiene que los próximos años serán de adaptación hasta que la inteligencia artificial sea “un compañero, un copiloto” en la medicina y en la práctica neurológica habitual.
Y en las enfermedades neurodegenerativas también tendrá un gran papel. Por ejemplo, gracias, de nuevo, a los dispositivos móviles, que podrán monitorizar el lenguaje, pero no solo el número de palabras, sino también la complejidad sintáctica, semántica, la fluencia, la longitud de las frases y el contenido.
En definitiva, controlar muchos parámetros que van a poder predecir si una persona está en riesgo de desarrollar este tipo de patologías, como el alzhéimer.
“Los dispositivos nos van a facilitar la monitorización de los pacientes, la respuesta a los tratamientos. Esto no es ciencia ficción. Ya hay muchos trabajos al respecto, lo que pasa es que valen para esa aplicación o para los pacientes con los que se ha trabajado, este es el problema de los algoritmos. o de muchos de ellos, la generalización”, asegura.
Una realidad en oncología
En otro campo de la medicina, en el de la oncología, la inteligencia artificial es una realidad. Y lo es en varias materias, como en la valoración de resultados de análisis genómicos, que suponen un punto de inflexión en cuanto a la adquisición de un comportamiento más agresivo por parte del tumor.
Lo asegura el director del departamento de Oncología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, Jesús García Foncillas.
El oncólogo expone que, de nuevo, la IA ayuda en los casos complejos a través del análisis de la imagen de los estudios de anatomía patológica porque “puede de alguna manera buscar comparación con casos similares y determinar cuáles pueden ser las estructuras, las variables que más se asemejan a un subtipo y otro de tumor, para el diagnóstico”.
Está ayudando también en el desarrollo de fármacos nuevos, a dar con el diseño más eficaz. Y a monitorizar la enfermedad y a determinar cuál es la mejor opción de tratamiento para el paciente, así como en el abordaje quirúrgico.
“Lo que ha permitido el contexto actual es juntar dos grandes desarrollos que han sido la medicina de precisión y la inteligencia artificial. La AI saca el máximo jugo posible de este desarrollo de la oncología de precisión”, sostiene García Foncillas.
Y tanto el oncólogo como el paciente van a contar con un análisis “tremendamente meticuloso, profundo, intenso de todos los elementos que convergen en ese caso”.
A partir de ahí, con toda esa información, podrán tomar juntos en un contexto de decisión compartida cuál es la mejor opción.
“Esto no tiene que ser un elemento que nos aleje de la medicina. Es un elemento al servicio de esta medicina centrada en el paciente para que enriquezcamos la decisión compartida”, sostiene García Foncillas.
Los peligros
La IA tiene sus luces, pero también sus sombras.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido “cautela” en su uso en el ámbito sanitario y ha reclamado una mayor supervisión de los gobiernos en relación a este tipo de tecnologías.
En particular la OMS se refiere a las herramientas de modelos lingüísticos, como ChatGPT.
La presidenta de la Aepia resume en dos los “grandes peligros” de la inteligencia artificial. Por un lado todo lo relacionado con la protección de datos y por otro, asegurar que se hace un buen uso de la tecnología.
Los expertos consultados por EFEsalud coinciden en ese diagnóstico y también subrayan otros.
En este sentido, el cardiólogo del Hospital de A Coruña se pregunta que, por ejemplo, si se da por bueno el diagnóstico de la “máquina” y es erróneo, quién es el responsable legal del mismo. Por otra parte, si el médico gana tiempo ya que hay tareas automáticas que la IA puede hacer, él tendrá que ver más pacientes, con el riesgo de sobrecarga.
El médico de atención primaria, miembro de Semergen, indica que si el programa no ha sido bien “entrenado” puede dar una información errónea. De esta forma puede generar incluso “bulos”, por eso es tan importante que lo validen los sanitarios.
Para el neurólogo Ezpeleta es necesaria una regulación y que los algoritmos estén aprobados por las autoridades sanitarias. Así se podrán acompasar los avances tecnológicos con las necesidades de las práctica clínica.
Por su parte, el jefe de Oncología de la Jiménez Díaz es optimista. García Foncillas asegura que esas sombras se van a ir disipando y confía en que las herramientas vayan también mejorando y los datos se vayan depurando con más precisión.