Para la narradora mexicana Cristina Rivera Garza, Premio Xavier Villaurrutia ,2022, la impunidad existente en México le da una dimensión distinta a la manera de asumir la muerte, un tema presente en su prosa y en su poesía.

“La impunidad hace que preguntar sobre la muerte sea constante. No es una cuestión de fijación sicológica; es una cuestión social. La impunidad hace que la pregunta sobre la muerte no desaparezca”, aseguró este domingo a EFE la autora.

Rivera Garza (Matamoros, 1964) publicó hace dos años “El invencible verano de Liliana”, una novela alrededor del feminicidio causante de la muerte de su hermana, que cuestionó la impunidad en México y estremeció a la comunidad literaria del país.

Después de esa obra, ganadora del premio Villaurrutia al mejor libro editado en México en 2022, y del Mazatlán de novela, la narradora acaba de sacar a la luz “Me llamo cuerpo que no está”, una antología de poemas en la que vuelve al tema de la muerte.

“Tenemos muchas tradiciones de comunicación con la muerte. Más allá de cualquier realismo mágico o de cualquier cosa metafórica, me parece que hay una presencia material concreta de las personas y las experiencias que han pasado por la tierra. La virtud de los libros tal vez es esa, que ayudan a comunicarnos con los muertos”, comentó.

EXPLORADORA DEL LENGUAJE

Al reflexionar acerca de la importancia de la poesía, Cristina Rivera Garza huye de los encasillamientos y opina que también quienes escriben crónicas y obras de ficción deben estar preocupados por lo poético en su prosa.

“Me gusta, no tanto cuidar el lenguaje como si necesitara nuestra protección, sino como una forma de explorarlo que también es de cuestionarlo. Quienes escribimos ficción y no ficción, también estamos explorando con el lenguaje; esa tendría que ser también la preocupación de aquellos que escriben narrativa”.

Esa idea la aplica la autora en sus novelas, en la que suele hacer poética su prosa. En obras como “Nadie me verá llorar”, calificada por Carlos Fuentes como una de las novelas más hermosas y perturbadoras escritas en México, hay hilos narrativos bien entrelazados, pero también una preocupación por el lenguaje.

“En esos trabajos mi preocupación ha sido siempre, qué estoy haciendo con el lenguaje, qué me permite hacer, qué preguntas estoy tratando de lanzarle al lenguaje. Es nuestra responsabilidad como escritores estar cerca de nuestras herramientas, conocerlas bien y todo eso tiene que ser consciente, con intención”.

ABANICO POÉTICO

La antología, editada por Random House, reúne los poemarios de Rivera Garza hasta 2015. Al entrar en ellos el lector se ve ante un abanico de temas, entre los que sobresale la relación con el cuerpo.

En poemario “La más mía” gira alrededor del tema de la enfermedad, a partir de un aneurisma; en “La muerte me da” hay una relación con el lenguaje de la nota roja y en “La imaginación pública”, hay un juego con la manera de expresarse de la wikipedia y de enfermedades, a partir de experiencias de la autora.

“Me interesan las complicaciones en las que entramos cuando pensamos en la escritura como la práctica del cuerpo y en la relación de estos cuerpos con otros; las relaciones desiguales, las discusiones acerca de qué cuerpos dejamos entrar en nuestros campos de visibilidad. Me interesa cómo nos convertimos en cuerpo, cómo nos convertimos en géneros”.

El libro toca el tema de la violencia, que en México forma parte del día a día, con la indiferencia del gobierno actual, como sucedió con los anteriores.

“Entender que la violencia es estructural es importante. Que no se ponga a hombres contra mujeres y a mujeres contra hombres, sino, entender que hay un sistema patriarcal que crea relaciones desiguales que generan violencia. Del lado de la escritura habría que contar eso”.

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