La desigualdad de género en todo el mundo se asocia con mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental y menor rendimiento académico en las mujeres en comparación con los hombres. La exposición dispar a condiciones adversas podría afectar a la estructura cerebral, lo que explicaría, en parte, las diferencias entre ambos géneros.
Con el fin de sentar las bases cerebrales de la desigualdad de género, un estudio ha analizado un conjunto de 7.876 imágenes de resonancia magnética cerebral de personas adultas y sanas, de 29 países diferentes.
Los investigadores del Barcelona Clínic-IDIBAPS Albert Compte, jefe del grupo Neurobiología teórica de los circuitos corticales, Isabel Valli, Miquel Bernardo y Clemente Garcia-Rizo, líder y miembro del grupo Esquizofrenia, respectivamente, han participado en la investigación.
Según los resultados, publicados en la revista PNAS, en los países con mayor igualdad de género no se observan diferencias entre el cerebro de hombres y mujeres. Por el contrario, en los países con mayor desigualdad, la corteza del hemisferio derecho de las mujeres es más delgada. Especialmente en la corteza cingular anterior y la orbitofrontal medial, implicadas en la formación y procesamiento de las emociones, el aprendizaje y la memoria. El grosor de la corteza lateral occipital izquierda también es menor.
“En conjunto, los datos sugieren la existencia de un mecanismo neuronal responsable de la mayor prevalencia de trastornos mentales y el bajo rendimiento académico en mujeres”, explican los investigadores. “La dificultad de acceder a la educación o a ambientes estimulantes y enriquecedores podría reducir la ramificación de las dendritas neuronales o la formación de nuevas conexiones entre neuronas, lo que se ha asociado con la aparición de patologías psiquiátricas. Aun así, se necesitan más estudios para establecer una relación de causa-efecto”.
Los autores destacan que el hallazgo evidencia la importancia del entorno social en las diferencias entre el cerebro de mujeres, hombres. Esto se añade al conocimiento existente de que la violencia puede afectar al volumen cerebral y en condiciones de estrés también se producen cambios estructurales importantes. Es posible que estos efectos se incrementen con la edad, por lo que en edades tempranas las divergencias entre géneros serían mínimas, pero a medida que las mujeres maduran se harían evidentes. Por todo ello, los investigadores esperan que este y futuros trabajos contribuyan a adoptar políticas para reducir la desigualdad de género.
En el estudio, liderado por Nicolas A. Crossley de la Pontificia Universidad Católica de Chile, han participado varios centros de todo el mundo. Los investigadores del Clínic Barcelona-IDIBAPS han colaborado aportando datos de neuroimagen de un estudio previo, además de ayudar en la revisión de los datos, figuras y texto del artículo.