Muchas de las frases que utilizamos habitualmente en la educación de los niños contribuyen notoriamente a la formación de su personalidad, autoestima y desarrollo emocional. ¿Cómo podemos mejorar nuestro lenguaje con los menores para influir positivamente en su bienestar?
En la conversación diaria que mantenemos con los niños utilizamos frases y expresiones que tienen un gran poder en su autoestima y desarrollo emocional. Aunque a veces no lo parezca, nuestro lenguaje puede transmitir un mensaje erróneo con un impacto negativo en la personalidad de los menores.
“Mama, papá ¿hablamos?” es una guía de buenas prácticas comunicativas con el objetivo de desmitificar y analizar el impacto de algunas de las frases cotidianas más utilizadas con los niños.
Esta orientación práctica forma parte de un proyecto llamado “Dale una Vuelta”, que ha unido al Centro de Psicología “Inteligencia Activa” y a Meridiano Seguros.
Dar una vuelta a nuestro lenguaje con los niños
La iniciativa que se lanzó a principios de mayo invita a la ciudadanía a participar en la recogida de frases o expresiones comunes, que a pesar de estar arraigadas en el lenguaje, necesitan un cambio. Desde entonces se han recibido más de 400 interacciones con propuestas.
“Buscamos dar visibilidad a la relevancia que tiene el uso adecuado del lenguaje en niños y adolescentes y cómo los adultos pueden ser responsables de algunos prejuicios que pueden afectar al desarrollo de los más pequeños”, explica Sonia Carricondo, responsable de Comunicación y RSC de Grupo ASV, al que pertenece Meridiano Seguros.
Sobre las cuatrocientas frases elegidas se ha debatido y reflexionado en un Focus Group en el que han participado profesionales de la educación, la salud mental, familias, niños, niñas y adolescentes. El contenido del proyecto y la sesión de reflexión se puede visualizar en las redes sociales de Meridiano Seguros.
Frases que deberíamos evitar
Los psicólogos del Centro de Psicología “Inteligencia Activa” dentro de la guía ¿Papa, mama, hablamos?, nos explican el poder y las consecuencias de algunas de las frases que más frecuentemente se usan en las conversaciones con los niños.
Por cotidianas que parezcan, utilizar a menudo algunas de estas frases para que tus hijos e hijas reaccionen u obedezcan, podría estar transmitir un mensaje erróneo.
1. “¿De verdad lo has hecho tú?”
Implica falta de seguridad en sí mismo/a.
De esta expresión, el niño o la niña puede interpretar que no cuentan con la confianza de sus padres, que no les creen capaces de hacer ciertas tareas. Esta inseguridad la arrastran hasta la edad adulta, influyendo directamente en su capacidad de resiliencia.
2. “Me vas a volver loco/a”.
Gran independencia emocional sobre los pequeños
Con esta frase el o la menor siente todo el peso de la culpa directamente, cargan con la responsabilidad del bienestar ajeno. El pequeño corre el riesgo de ser demasiado sumiso en sus relaciones, priorizando las necesidades de los demás y dejando de lado las suyas propias.
3. “No llores, que no es para tanto”
Dificulta la compresión de sentimientos
Aunque la intención siempre sea restarle importancia para alejarle del dolor, puede interpretar que se desautorizan sus emociones. En estos casos siempre es mejor apoyarles y consolarles. Deben saber que, en un momento de debilidad, siempre que les pase algo, pueden contar con la presencia y compañía de su familia.
4. “Qué ganas de que acaben las vacaciones y vuelvas al colegio. Estoy harto/a de ti”.
Fomenta la baja autoestima
Como seres emocionales, escuchar este tipo de expresiones les puede provocar un impacto muy negativo al considerar que es una expresión totalmente real. Se sienten culpables del malestar de su familia.
5. “Eres un/a niño malo”
Esta expresión les puede hacer pensar que son “defectuosos”.
No es lo mismo afirmar esto que ellos entienden como un hecho que no pueden cambiar, que especificar en qué se han equivocado y qué es lo que han hecho mal.
6. “No sé ni para qué me molesto, ¡esto no se te da bien!”
Dependencia, inseguridad y baja autoestima
Este tipo de frase expresa cómo el adulto duda de la capacidad del niño y le invita a que él mismo no confíe en sus posibilidades. Además, interpreta que no se valora su esfuerzo, y en su futuro, seguirá este ejemplo: “si no se me da bien, ¿para qué me voy a esforzar?”
7. “Ya verás cuando lleguemos a casa”
Problemas de autoridad, intento constante de complacer a otros para evitar el castigo
Este tipo de afirmaciones produce ansiedad, terror y vergüenza en los pequeños y pequeñas porque mientras llegan a casa van a estar pensando en el castigo.
8. “Déjate de tonterías”
Pasividad y falta de iniciativa
Si un niño o a una niña escucha constantemente esta frase, puede dejarse llevar por las palabras de sus padres y dejar de creer definitivamente en los sueños.
9. “Tu hermano/a no hace esas cosas. Deberías aprender de él/ella”.
Autoestima frágil y cambiante
El o la menor percibe a esa otra persona con la que se le compara, como un modelo que nunca podrá alcanzar y esto afecta a su autoestima. Considera que no es cómo les gustaría a los demás.
10. “Deja de portarte como un crío. Madura de una vez”
Genera ansiedad e insomnio
Muchos adultos manifiestan problemas de ansiedad y excesivo estrés por ser demasiado responsables y autoexigentes. El insomnio, por ejemplo, es un problema muy típico de personas cuyos padres les exigían demasiado, padres y madres que les bombardeaban con frases como esta.
Dar una vuelta y evitar las frases negativas
La solución es aprender a manifestar de forma positiva lo que quieres decirle a tus hijos e hijas. Algunos consejos para mejorar la manera de dirigirnos a los niños:
- Identifica este tipo de frases y cámbialas por alternativas más positivas. Constrúyelas partiendo de estas bases:
- Háblale con claridad, teniendo en cuenta cómo va a interpretar el mensaje.
- Céntrate en el comportamiento y evita hacer referencia a su forma de ser.
- Ayúdale a expresar sus sentimientos y apoya tus mensajes con detalles como “He visto que…”, “Considero que…”.
- No utilices el chantaje ni para castigar ni para premiar.
- Si estáis en un estado de nerviosismo alto, quizá es mejor buscar otro momento más oportuno para hablar.
- Valora sus esfuerzos
- Los temas delicados o difíciles de tratar, es mejor afrontarlos de cara, sin rodeos.
- Dale la vuelta a tu forma de comunicarte con ellos/as y marca los límites de forma positiva.
- Pregúntales a tus hijos e hijas cómo están, qué les pasa y qué necesitan a menudo
- Practica la escucha activa, pon atención cuando te hablan y desarrolla la empatía con tus hijos e hijas.
- Escucha, ten paciencia y trata de comprender a tu hijo y/o hija y sus mensajes.
La importancia del lenguaje en el desarrollo emocional
A la hora de educar, los padres tienen una herramienta que influye notoriamente en el el desarrollo mental, emocional y de personalidad de los menores. Esta herramienta es el lenguaje.
El adulto debe mostrar cómo regular dichas emociones, un proceso denominado heterorregulación emocional para que el niño en un futuro adquiera habilidades para una adecuada autorregulación, señala Orlando García director técnico de los centros Inteligencia Activa y licenciado en Pedagogía y Psicología.
Por eso, hay que tener muy presente qué hacer, qué decir y cómo decirlo, teniendo en cuenta siempre la importancia del lenguaje en su bienestar emocional.
Conclusiones sobre nuestro lenguaje
- El gran poder del lenguaje: cómo utilizamos la herramienta de la palabra con los demás y con nosotros mismos puede tener consecuencias emocionales.
- El lenguaje construye e influye en el desarrollo emocional y en las futuras relaciones sociales de los más pequeños.
- Hablar sin hacer daño y otros superpoderes: saber escoger nuestras palabras a la hora de tratar con los demás no significa que no debamos corregir cuando alguien hace algo incorrecto o algo que nos pueda molestar.