Jaime Lozano fue ratificado, la semana pasada, como director técnico permanente de la Selección Mexicana, luego de obtener la Copa Oro en un sufrido partido contra Panamá. Aquella victoria, que se selló con un agónico gol de Santiago Giménez, le permitió a Lozano continuar en el cargo tras entrar al quite como interino por el despido sorpresivo de Diego Cocca —que apenas duró cuatro meses en el cargo—.
La salida del argentino, bicampeón con Atlas, fue un baldazo de agua fría, pero el movimiento se interpretó como necesario: no había ninguna mejoría futbolística en comparación con lo mostrado en Qatar 2022 bajo las órdenes de Gerardo Martino.
Sin embargo, aunque el nombramiento de Lozano debería significar que hay confianza en él, la dirección que ha tomado el proyecto sugiere lo contrario. Aunado a la ratificación del entrenador, la Federación Mexicana anunció la creación de un consejo de expertos, cuya tarea será brindar su experiencia y asesoría al seleccionador nacional.
El grupo es variopinto: Javier Aguirre, Rafael Márquez, Carles Puyol, Fernando Hierro y Bernardo Cueva.
En un principio, la Federación había anunciado también a Ricardo La Volpe como parte del panel. Pero su inclusión dio pie a una nueva vergüenza: dar paso atrás menos de una semana después de haberlo nombrado.
El entrenador argentino, que dirigió al Tri entre 2002 y 2006, fue muy claro en los motivos que lo llevaron a rechazar la invitación: “Yo no voy a estar en mi casa y ser un consultor. Yo quiero ver los entrenamientos, observando. Cuando vi que es un panorama general, la verdad no es mi idea y no es que esté enojado, pero no tengo esa idea de confundir a un técnico”, señaló en entrevista con Hi! Sports.