Entre los funcionarios más cuestionados del gabinete de López Obrador, se encuentra el doctor Hugo López-Gatell, uno de los subsecretarios federales de salud, y sobre quien se concentran muchas de las irresponsabilidades por el terrible manejo de la pandemia de Covid-19 en México.
A este personaje consentido de AMLO también se le achacan fallas garrafales, ausencia de ética profesional y una serie de despropósitos por la cruel inacción médica en perjuicio de miles de niños con cáncer en el territorio nacional.
Sin embargo, el fin de semana este señor se destapó para luchar por la candidatura al gobierno de la Ciudad de México. Lo primero que se puede pensar es que el hombre busca fuero porque sabe que es una ficha apetecible por las fuerzas opositoras al régimen.
A diversos analistas políticos les extrañó este pronunciamiento inesperado y desmesurado, que aparentemente cuenta con el respaldo del presidente. A no pocos políticos obradoristas se les ha mencionado para ser candidatos y algunos ya están en precampaña al estilo adelantado de la casa. También resultó raro el anuncio que para el mismo fin hizo García Harfuch, el exsecretario de seguridad pública que acompaño a Claudia Sheinbaum, quien desde hace muchos meses actúa como la disciplinada delfín del palacio nacional a la próxima presidencia de la república.
Igualmente, sospechosa resultó la negativa que hizo Ricardo Monreal que aparentemente ya tenía la aprobación del jefe para contender en 2024 por la CDMX, aunque lo decidió, quizá conformándose con la posibilidad de ocupar la coordinación del senado, la cámara de diputados, ofrecidas en un paquete con otros cargos mayores etiquetados al modo dictatorial para el exsecretario de gobernación, para Ebrard y para el propio Monreal.
Lo que en el fondo indican estas circunstancias es que, para el obradorismo en su conjunto, no está nada sencillo el triunfo en la Ciudad de México, donde en la elección de 2021, la oposición tuvo mayoría. Y si se agrega el creciente disgusto y rechazo consistente de la clase media nacional, se puede explicar esta serie de decisiones en la lucha por varias de las nueve gubernaturas que estarán en juego el dos de junio de 2024.
Quizá este surrealista abanico de posibilidades, y los desaforados deseos para competir, que en otras condiciones nunca se daría, obedezca a que el mañoso tlatoani de palacio ya visualiza la posibilidad de concertacionar, al estilo de los gobiernos priistas del último tercio del siglo pasado (o de las divertidas catafixias del fallecido Chabelo en su famoso programa para niños).
Será que AMLO cambiaría el gobierno de la CDMX para apuntalar un triunfo reñido por la Presidencia. Sólo eso explica que desde la oficina central estén bloqueando a Ricardo Monreal, o a Clara Brugada, a quienes no se quiere sacrificar, llegado el caso.
López Obrador está mostrando inteligencia y perversidad, pero escondiendo cartas que auguran una posible concertacesión, si no es que varias.
Algo así como “Te cambio la presidencia por estas gubernaturas. ¿Cómo ves, nos arreglamos o lo dejamos a las consecuencias?”.