Desde hace cuatro años los morenistas en Veracruz promueven y difunden la idea de que no hay oposición política en esta entidad federativa. Con todos los medios a su alcance—uso irregular del presupuesto, acarreos de personal, chantajes burocráticos, amenazas, promesas de un “mejor” futuro y medios de comunicación creados al vapor—pretenden ocultar o minimizar la corrupción y la ineficiencia del gabinete cuitlahuista.
Mientras los fieles al gobernador García Jiménez insisten en esa machacona estrategia, el estado entero presenta cifras preocupantes en indicadores de desarrollo socioeconómico, de inseguridad pública, crecimiento de la deuda estatal, desempleo e insuficiencia productiva.
Pero para desgracia de esos improvisados operadores palaciegos y para ciegos, los bajos resultados de gobierno jamás serán ignorados por la población atenta y crítica, ya que además de esa oscura realidad, pareciera que en este sexenio sólo se trata de organizar fiestas, pachangas y eventos populares, a los cuales tienen buen cuidado de trasladar a funcionarios y empleados “de confianza” que no se pueden negar a participar en esos actos, so pena de perder el empleo y las prebendas obtenidas sólo por demostrar lealtad a los jefes. Por eso un diputado guinda presume esta expresión: “¡Que siga la fiesta, con Tokio!”
Por fortuna la oposición existe y se organiza con sus propios recursos (nunca comparables a los de los militantes oficialistas) y con sus herramientas de comunicación que también funcionan. Pero más que otra motivación, por la convicción de que los veracruzanos responsables no pueden aceptar otros seis años de pérdida económica, de corrupción gubernamental, de aumento de hechos criminales, de carencia de justicia y de baja moral general.
La opinión pública considera a diversos personajes para encabezar la próxima administración estatal y que esta sea integrada por las fuerzas políticas opositoras. En un listado que no es definitivo ni excluyente, la sociedad menciona a personalidades como Pepe Yunes, Juan Manuel Diez, Anilú Ingram o Héctor Yunes por el PRI, a Miguel y Fernando Yunes, a Julen Rementería y Patricia Lobeira por el PAN y a otros integrantes de las organizaciones sociales y de la ciudadanía, que han preferido no hacerse visibles todavía.
Con todo y que el apellido Yunes no es música de lujo para los veracruzanos, Pepe, el de Perote, y sin parentesco familiar con los choleños, porteños o boquenses, es el que avanza con buen paso para lograr la candidatura del Frente Amplio, donde ya triunfó con esa mezcla atípica de partidos y guarda prudentemente los tiempos políticos y electorales.
Héctor, el eterno candidato a gobernador por encuestas, corre y difunde desesperadamente sus actividades, se envalentona en Tik Tok contra Cuitláhuac, para cuando menos conseguir una diputación federal o local o una secretaría estatal. La diputada priista Anilú Íngram se ha colado en menciones mediáticas como una posible candidata por el tema de la paridad de género, argumento avivado por la calentura mental de sus allegados, pero el talento y las formas caprichosas de su actuar dejan ver que la pose y el rollo son sus virtudes políticas.
En Veracruz sí existe oposición creciente e inteligente, y una importante prueba de ello, es la constante mención que se hace de esta en los principales pasillos de las oficinas cuitlahuistas y en los teledirigidos escritos de sus comunicadores a sueldo.
Por cierto, comunicadores, reporteros faltos de ética, con una prosa apresurada y con su evidente miseria argumentativa son capaces de hacer, amenazar o escribir, lo que sea necesario en su afán de ser tomados en cuenta en el reparto de las lentejas arrojadas por los cuitlahuistas. Algo que podría contribuir para pagar y obtener, sin mérito alguno, un Premio Nacional de Periodismo. Galardón que tanto se divulga y presume -desde hace poco más de dos décadas- como un escudo para hacer valer ambiciones económicas en las que brota su nivel intelectual, si es que lo tienen.
Pero ese tipo de escribidores -también hay montones en las redes sociales- son tan notorios, faltos de prosa y análisis profesional que muestran su liderazgo político y social, en fallidas crónicas de poder o de los del poder, que no trascienden más allá de un chisme que alimenta los egos de los chismosos.
Otra prueba, es que en los incesantes eventos que organiza el palacio, sólo se observan gentes del régimen morenista, empleados públicos y beneficiarios acarreados. Los otros veracruzanos, que son muchos, muchos más, prefieren quedarse en sus casas o acudir a otro tipo de actividades más entretenidas o productivas.
Puede afirmarse, sin lugar a duda, que la oposición veracruzana está buena y sana, esperando el dos de junio de 2024, la cual veremos si fue real, siempre que se participe en las urnas para no permitir manifestaciones de fraude, alimentados con medios afines a sus intereses y sin compromiso con la sociedad.