Un Nacimiento gigante formado por 3.000 figuras y que lleva un mes de montaje adorna las cocheras y el jardín del hogar de Consuelo Ontiveros, en la colonia (barrio) Militar Marte de la Ciudad de México, quien hace casi seis décadas que mantiene viva esta tradición.

Durante el año, un techo cubre las cocheras y plantas de todo tipo decoran el jardín, pero cuando se acerca la Navidad, Ontiveros reúne a su familia y trabajadores para “voltear la casa al revés” y armar un belén único, repintando paredes y construyendo todo lo necesario, tal y como lo explica a EFE su asistente personal, José Alfredo Tovar.

Ha crecido al ritmo de la colonia

“Este nacimiento empezó hace muchos años, con los papás de los señores Ontiveros, en las colonias de Peralvillo, Tepito y Centro”, relata, y añade que la representación ha ido creciendo al mismo ritmo que Militar Marte, creada a mediados de los 50.

En un primer momento, era “en una proporción pequeña”, pero con el paso del tiempo fue incorporando más pasajes gracias a la adquisición de más figuras o a la donación de gente ajena.

Así, la pieza más antigua de la colección es el Niño Jesús, que tiene más de 40 años y proviene de España, “de un viaje que hizo la mamá de la señora”, y las más recientes pertenecen a las representaciones de carpintería, panadería, zapatería y pesca, que son figuras articuladas movidas por electricidad.

“Tenemos las luces (fuegos) en el desierto. Antes se usaba gas y se mantenía abierto para la flama”, recuerda el asistente personal, que explica que, actualmente, se usan luces LED para recrear las fogatas de los pastores.

Una preparación que empieza en noviembre

El montaje de este pesebre gigante, de visita gratuita, comienza a mediados de noviembre, cuando Ontiveros decide qué diseñó regirá la nueva edición, pues es un nacimiento que varía cada año, y el equipo capitaneado por Tovar lo traslada a la vida real.

“Tardamos aproximadamente un mes en colocar todo el esqueleto”, apunta.

El día 2 de diciembre, día en que se abren las puertas del belén, es la familia de Ontiveros, que viene de distintos puntos de México y del mundo, quiénes colocan las figuras y los adornos que lo caracterizan: “Ellos le dan la vida al nacimiento”.

Para recibir a sus seres queridos, la propietaria de la casa organiza una comida en la calle e invita a todo el mundo que pase por allí a degustar sus platillos navideños, como los romeritos.

Tres generaciones visitando el belén

Una de las primeras visitantes del día es Patrícia Velázquez, vecina de la ciudad, que viene con su familia para ver el belén y seguir una costumbre que inició su padre.

“Que yo recuerde, como a los 15 años me trajo mi papá y se ha convertido en una tradición familiar”, relata, y subraya que, ahora, la quiere transmitir a su nieta.

De entre todos los elementos que conforman el pesebre, destaca “el trabajo, la elaboración y el esmero” que le ponen la familia Ontiveros y los trabajadores para construir esta “obra de arte”.

Finalmente, José Carlos González, que trabaja vigilando el pesebre, relata cómo a la gente le cambia la cara cuando lo visita: “Se siente muy fascinada, brillante, como extraordinaria. Salen hasta soñados”. 

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