Antes del rezo del Ángelus, el Papa subrayó que en esta fiesta del Bautismo del Señor debemos recordar nuestra fecha de bautismo como un cumpleaños, pues es el día en que Dios nos hace hijos suyos para siempre.

Jesús inaugura su ministerio al acudir a bautizarse con humildad, con sinceridad, como el pueblo que acude al río Jordán, donde Juan, el Bautista, realiza un rito de purificación que expresa el compromiso de abandonar el pecado y convertirse. Este evento, que celebramos este domingo, en la Fiesta de la presentación del Señor, es recordado por el Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, al explicar que Jesús, “con el alma y los pies desnudos”, demuestra que quiere estar cerca de los pecadores, que ha venido por ellos, por nosotros, ¡por todos nosotros! 

Los niños, maestros de fe

Los niños, subrayó el Pontífice, son testigos de cómo se recibe la fe: “con inocencia, con apertura de corazón”. Dirigiéndose a los treinta padres y padrinos, les recuerda:

Anuncios

“Deseo que sus vidas sean de ayuda para estos niños; que les ayuden a crecer y les acompañen en su crecimiento, porque ésta es una manera de ayudar para que crezca en ellos la fe. Muchas gracias por vuestro testimonio, por traerlos aquí a recibir la fe”.

No apagar nunca la luz de la fe

Pensando en la luz de la vela Francisco exhorta a las familias presentes a atesorar este significativo símbolo:

En los momentos difíciles lleven esta vela a casa. Mirenla en los momentos difíciles. Esta vela nos lleva a nuestras raíces cristianas: no la apaguen nunca en sus corazones.

Al final de la celebración, el Santo Padre, agradeciendo una vez más a los padres por haber dado a los niños la oportunidad de recibir el Bautismo, les exhortó a recordar siempre esta fecha, como un cumpleaños:

Que sepan la fecha del Bautismo. Es la fecha del nacimiento. La fecha del nacimiento es como un cumpleaños. En el Bautismo me hice cristiano. Enseñen esto a los niños para que lo recuerden cada año.

El abrazo infinito

Todos los acontecimientos de ese día, en el que Espíritu Santo» desciende sobre Jesús como una paloma y desde lo alto la voz del Padre proclama: “Tú eres mi Hijo amado”, nos hablan de nuestro bautismo, que nos ha hecho también a nosotros hijos de Dios.

“En efecto, nuestro bautismo no es un gesto simbólico, como el de Juan, sino un don real de vida divina, eterna; un evento de gracia y de comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos sumerge en su abrazo infinito y nos transmite la fuerza de su amor que salva”

Purifica y sana

El Santo Padre explicó que en el bautismo Dios entra en nosotros, purifica y sana nuestro corazón del pecado, nos hace hijos suyos para siempre, su pueblo y familia, se hace íntimo a nosotros y ya no se va.

“El bautismo es, por tanto, el don de una vida nueva es llegar a ser, en Jesús, hijos de Dios amados para siempre”.

La fecha de mi bautismo

En este contexto, el Pontífice exhortó a conocer el día de nuestro bautismo y festejarlo, un compromiso con el cual agradeceremos al Señor que desde entonces Él no solo está con nosotros, sino en nosotros. Un agradecimiento que el Papa pide sea extendido a nuestros padres, que nos llevaron a la pila bautismal. Y este evento nos lleva a la reflexión del Papa.

“Preguntémonos: ¿soy consciente del inmenso don que llevo en mí por el bautismo? ¿Reconozco en mi vida la luz de la presencia de Dios, que me ve como su hijo amado, como su hija amada?

Dios en nosotros

Entonces, como concluyó el Papa Francisco, en memoria de nuestro bautismo, acojamos la presencia de Dios en nuestro interior.

“Podemos hacerlo con la señal de la cruz, que traza en nosotros el recuerdo de la gracia de Dios, que nos ama y desea estar con nosotros. Hagámoslo juntos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Y con la señal de la Cruz del Papa y de todos los presentes en la Plaza de San Pedro, el Pontífice pidió a María, templo del Espíritu, nos ayude a celebrar y acoger las maravillas que el Señor obra en nosotros.

Publicidad