Existen multitud de mitos, de falsas creencias que alimentan el estigma de las personas con un trastorno mental, que hacen incluso que éstas sientan vergüenza por padecerlo. De hecho, un tercio de ellas tiene este sentimiento.

Hay dos tipos de estigma frente al trastorno mental. Por un lado el social, cuando la gente rechaza a la personas debido a esos estereotipos negativos. El otro es el autoestigma, que hace que estas personas se crean responsables de lo que las ocurre.

En este último caso la persona se autodiscrimina. Aprueba lo que otros piensan de él, asume el estereotipo. Y esa aprobación del estereotipo negativo lo que hace es que sienta más culpa, más vergüenza, lo que provoca que tenga peor adherencia al tratamiento y, por tanto, peor calidad de vida.

Creencias que se extienden “como una mancha de aceite”

¿Cuáles son esas falsas creencias más habituales que se extienden “cómo una mancha de aceite por la sociedad”?

Según la vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), Marina Díaz Marsá, una de ellas es que la enfermedad mental es poco frecuente.

Y ello a pesar de que en los últimos tiempos se ha evidenciado el incremento de casos de enfermedades mentales.

Los datos muestran que una de cada cuatro personas tendrá un problema de salud mental en su vida. Esto quiere decir que 450 millones de personas estarán afectadas.

Otra de las creencias erróneas es que las personas con un trastorno mental son “habitualmente imprevisibles, violentas y peligrosas”, y eso a pesar de que de los aproximadamente 1.000 homicidios que hay en España, solo diez (el 1 %) se asocia a estas personas.

Son cifras que aportó Díaz Marsá durante el taller “Salud mental hoy: muros derribados y promesas pendientes”, organizado por la SEPSM la semana pasada.

Otra de las creencias es que la persona con trastorno mental tiene que vivir en una institución, algo que es “absolutamente absurdo” porque no hay ninguna explicación para que tengan que vivir apartadas.

“Como en todas las enfermedades, si ponemos el ejemplo del cáncer, algunas personas se mueren, y es verdad que hay un porcentaje pequeño que requiere ingresos prolongados o una cierta rehabilitación de su patología mental, pero la mayoría puede vivir de forma autónoma”, sentencia la psiquiatra.

La culpabilidad

Y volvemos un poco al principio porque otro de los mitos que ahondan en el estigma de las personas con trastorno mental es que éstas son culpables de la patología y no es así.

Estas enfermedades son de origen multifactorial, tienen una vulnerabilidad genética y unas alteraciones neurobiológicas, a lo que se unen los factores ambientales.

Esto se traduce, según Díaz Marsá, en que alguien “con mucha carga genética y poco estrés ambiental” a lo mejor no genera la enfermedad, o al contrario, alguien con poca carga y mucho estrés ambiental sí lo haga.

“Es decir que es un conjunto de factores lo que va a determinar la aparición de los trastornos mentales”, insistió la vicepresidenta de la SEPSM.

No son incurables

Que la enfermedad mental es incurable es otro de los mitos que ahonda en el estigma del trastorno mental. Y mito, derribado: el 80 % puede remitir y conseguir la recuperación funcional con el tratamiento adecuado.

En este sentido, la doctora Díaz Marsá señaló que es cierto que muchas personas tienen tratamiento de por vida o a largo plazo pero al igual que aquellas que tienen diabetes, hipertensión o alguna cardiopatía.

“Eso no les hace que no puedan tener una funcionalidad. Hay personas con trastorno mental que pueden ser ingenieros de telecomunicaciones, médicos o abogados o tener cualquier tipo de profesión”, aclaró la psiquiatra.

No obstante, incide en que el 50 % de los enfermos mentales graves no recibe tratamiento. Son personas, explicó, que viven en la calle, o muchas veces no se acercan a los servicios de salud a recibir el tratamiento porque la propia sintomatología mental les impide tener esa capacidad.

O a veces, muchos pacientes no buscan ayuda por el estigma que, según la experta, tienen los psiquiatras.

A su juicio, la sociedad ve a estos profesionales como “personas que van a dar unos tratamientos que duermen, que crean adicción y tienen unas prácticas casi psicopáticas”, cuando, lógicamente, no es así.

El trabajo y la integración

Entre las falsas creencias más habituales está también la de que las personas con trastorno mental no pueden trabajar, cuando es todo lo contrario, es decir, el objetivo del tratamiento es la integración y recuperación funcional de la persona.

Que se incorpore al mercado laboral, un campo donde aún queda una gran labor, tal y como señaló la experta, porque, solo uno de cada seis pacientes tiene empleo.

La psiquiatra insistió en que la persona con enfermedad mental puede ser más cosas que tener un trastorno: “artista, padre, madre, puede ser confiable, exitoso, ingenioso, un trabajador…”

Y en este punto, Díaz Marsá aseguró que una de las cosas buenas que ha traído la pandemia es que a raíz de hablar de salud mental, muchas personas exitosas han dicho que padecían un trastorno.

Por todo ello, la vicepresidenta de la SEPSM consideró que una imagen más positiva de las personas con trastorno mental es algo “prioritario” porque puede ayudar a garantizar una adecuada atención, así como la protección de sus derechos y que puedan tener una mejor calidad de vida.

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