Hace diez años nadie imaginaba que Cuitláhuac García Jiménez podría convertirse en gobernador de Veracruz. En ese tiempo, el ingeniero y catedrático universitario, alternaba su actividad docente con la ligereza del fandango, el baile y la fiesta en la capital del estado, y con frecuencia, en nocturnas escapadas al puerto jarocho. En esa época el glorioso “sabadaba” era toda su religión.
Pero llegó la debacle financiera y los miles de millones de pesos que esfumó Javier Duarte del gobierno estatal. El obradorismo subía como la espuma, y para 2017, sólo bastaba con que AMLO designara a cualquier candidato morenista a gobernador, que tendría la ventaja de aparecer junto a él como candidato presidencial en la boleta electoral.
En ese año, el gobernador Yunes Linares cometió el mayor error de su vida al tratar de imponer a su hijo como sucesor y por ello obtuvo funestas consecuencias. El fabuloso coctel estaba preparado para Cuitláhuac, uno de los mimados hijos de Atanasio García Durán, prolífico patriarca y fiel escudero del tabasqueño de la política más gatopardista de México.
El primero de diciembre de 2018, Cuitláhuac García se convirtió en gobernador, de la mano del primer presidente de izquierda. Y en esa fecha también comenzaron sus tremendos fallos como mandatario estatal. Comenzando por la integración del equipo. Pésimos funcionarios públicos, muchos de ellos fueron recomendados por Rocío Nahle, la actual candidata morenista a gobernadora, en las secretarías de gobierno, de salud y de turismo.
También bajo la recomendación del propio Atanasio, y haciendo gala del nepotismo más descarado, improvisó a parientes muy cercanos en importantes cargos en SEFIPLAN, Poder Judicial, SIOP y otros más que también han sido cuestionados por la opinión pública.
El primer error de Cuitláhuac (y de su propio padre), fue pensar que bastaban los resultados de López Obrador como presidente de la república y que la gente no se daría cuenta del nepotismo, ineptitud e irresponsabilidad en Veracruz.
Y es error y enorme falla, porque lo único que ven los veracruzanos como logro morenista son las pensiones bimestrales a adultos mayores y las becas del gobierno federal que reparte Manuel Huerta, ahora candidato a senador. ¿Fuera de pequeñas obras pueblerinas con errores constructivos y asignaciones directas, dónde están las grandes obras que debe dejar el gobernador?
La segunda falla es el endeudamiento estatal que tendrá que aclarar el siguiente gobernador. Especialistas y medios de comunicación han publicado reiteradamente el peso del endeudamiento, mayor al que dejó el anterior ejecutivo. A finales de 2022 según la Cuenta Pública, la deuda de Veracruz superaba los 51 mil millones de pesos.
La tercera y más grande falla por sus dimensiones e implicaciones sociales y humanas es la grave inseguridad que sufren los veracruzanos en todo el territorio, como ejemplo ahí están los incendios provocados a negocios, los cobros de piso a comerciantes, los secuestros, desapariciones, feminicidios, asaltos a transportistas en carreteras y crecimiento de delitos y alta criminalidad como ha señalado a nivel nacional la organización Causa en Común.
Y si se habla de productividad y empleo, la población se pregunta dónde están los resultados en agricultura y ganadería, en la planta industrial y el desarrollo económico y en el crecimiento real del turismo o en la reducción de la pobreza. Aparte de dar discursos y publicitarse, dónde están los logros de los secretarios de SEDARPA, SEDECOP, SECTUR o SEDESOL.
A más de cinco años de distancia de su toma de posesión, Cuitláhuac García se convirtió en el peor gobernador de Veracruz, campeón del atraso, de la opacidad y falta de transparencia en todas las áreas del gobierno.
Cuitláhuac es un gobernante con calificaciones mediocres. Dañó a su estado natal y perjudicó y tiene en el borde de la tumba al proyecto continuista de su jefe y creador, que trata de dejar en el palacio de gobierno estatal a la zacatecana Rocío Nahle, la exsecretaria de energía y responsable de la construcción de la refinería de Dos Bocas, un elefante blanco que hundió en el manglar tabasqueño miles de millones de dólares del erario.
Veracruz tendrá que luchar por un cambio radical que lleve a mejores tiempos.