La salud mental ha ido cobrando protagonismo y cada vez se habla más de ella, pero hay que tener en cuenta que el sentirnos tristes por una ruptura, por la pérdida de un familiar o por otra circunstancia que nos genere malestar emocional no se tiene por qué traducir en un trastorno mental. De hecho, los expertos inciden en la importancia de diferenciarlos para no “psiquiatrizar” la vida cotidiana.
Desde la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), Luis Gutiérrez explica a EFEsalud que hay que distinguir entre el malestar emocional y el trastorno mental y subraya que no todo el sufrimiento psíquico o situación triste es patológico.
Para ilustrarlo, el psiquiatra pone de ejemplo la película Del Revés (Inside out), de Pixar, en la que una chica tiene un problema y aparece la tristeza en su vida (representada en uno de los personajes), que le hace madurar.
“Los malestares psíquicos son propios al hecho de existir y es normal que ante situaciones difíciles nos entristezcamos o nos pongamos nerviosos”, considera Gutiérrez, quien es psiquiatra en el Hospital Universitario San Cecilio, de Granada.
La ansiedad
Luis Gutiérrez abunda en los dos principales cuadros psiquiátricos para poderlos distinguir del malestar emocional. Se trata de los trastornos de ansiedad y la depresión.
En cuanto al primero, se divide a su vez en otros dos, que son los trastornos de ansiedad generalizada y los originados por crisis de pánico.
El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza porque genera en la persona un estado nervioso permanente. “Todos nos ponemos nerviosos, pero con este trastorno la ansiedad afecta durante todo el día. Los pacientes dicen que se levantan como si tuvieran un motorcillo interno. Tienen síntomas físicos como dolores de estómago, de cabeza, inestabilidad en la marcha o irritabilidad”, subraya el psiquiatra.
Además, esos pacientes tienen problemas para dormir y concentrarse. Los síntomas se prolongan en el tiempo.
Respecto a las crisis de pánico, el psiquiatra de la SEPSM explica que se manifiesta de forma aguda y repentina. Empieza con palpitaciones, disnea, taquicardia y, en ocasiones, lipotimia.
“Una crisis de ansiedad es una señal de que algo más marcha mal. Cuando esa crisis de ansiedad se empieza a repetir, con una frecuencia de una a la semana y durante al menos otro mes, decimos que tiene un trastorno por crisis de ansiedad”, agrega.
La depresión
Sobre los trastornos depresivos, el psiquiatra incide en que se caracterizan por una tristeza especialmente intensa, patológica, donde el paciente tiene ese sentimiento durante todo el día o la mayor parte de él.
A esa tristeza se une una visión muy negativa de la vida, así como la apatía. “Podríamos definirlo como no tener ganas de hacer nada, de no sentir placer por las cosas que le gustan”.
Esos son los síntomas nucleares, pero también padecen problemas en el sueño -duermen mucho o poco-, de alimentación -comen mucho o poco- así como cognitivos tales como de concentración o memoria-.
Piensan que la vida es un infierno y que nunca se van a poner bien.
“Podríamos decir casi un pesimismo antropológico que te puede llevar incluso a ideas suicidas porque creen que la vida no merece la pena”, abunda Gutiérrez, quien especifica que para hablar de un trastorno depresivo estos síntomas tienen que durar como mínimo quince días.
El malestar emocional, propio al hecho de existir
Por contra, el malestar emocional no es tan patológico, ni tan enfermizo ni intenso como los cuadros anteriores.
“Si yo te dijera que tengo una depresión de caballo y tú me preguntaras que qué voy a hacer hoy y te digo que voy a ir a dar clase, luego hacer otra cosa, por ejemplo, pues tanta depresión no tienes porque cuando la tienes de verdad te incapacita para hacer cualquier cosa”, destaca.
Gutiérrez hace hincapié en que el malestar emocional es propio al hecho de existir y es normal, “incluso casi es bueno”, por ejemplo, que nos pongamos nerviosos antes del examen o tristes porque se haya muerto alguien querido.
“No pensemos que esas situaciones de malestar son enfermedades, porque si no, todo es enfermedad”, apunta el psiquiatra, quien insiste en que si este tipo de malestar emocional lo confundimos con una enfermedad mental, “al final lo que estamos haciendo es una psiquiatrización de la vida cotidiana”, algo que tilda de negativo.
E insiste: “Sentirte mal por una ruptura afectiva o porque has suspendido es lo normal, es lo sano (…) Es importante, en mi opinión, hacerle ver a las personas que ese malestar psíquico es propio e inherente al hecho de existir”, asevera.
Qué hacer para no caer en un cuadro depresivo o de ansiedad
También es muy importante que ese malestar emocional no desemboque en un cuadro depresivo o de ansiedad.
“Yo le digo a los pacientes que no se acerquen al precipicio, porque si lo hacen, van a caer ¿Y cómo podemos evitarlo? No refugiándonos en nosotros mismos, no metiéndonos en la cama, no haciendo cosas que nos hacen daño. No haga usted cosas que va a hacer que ese cuadro leve se transforme en un cuadro patológico”, resalta Gutiérrez.
Precisamente cerrarse en sí mismo, no hablar, no desahogarse, caer en conductas adictivas son un peligro y suelen manifestarse en personas que no tienen apoyo social, ni capacidad psicológica para el afrontamiento del problema.
Por eso hay que entender que el malestar es propio de la vida y contar con herramientas de afrontamiento del estrés sanas para no “psiquiatrizarlo todo y considerarlo todo enfermedad mental, porque es una mala estrategia y estaríamos generando un infinito número de pacientes”.
“Si una persona tiene un cuadro de ansiedad leve y como empieza a dormir mal empieza a tomar benzodiacepina puede ocurrir que acabe enganchada a ellas”, advierte el psiquiatra, quien aclara que no tiene nada en contra de los fármacos, sino que los receta todos los días, pero entiende que tienen que estar destinados a los cuadros patológicos.
Además, deben ir acompañados de otras estrategias de expresión, de emociones, de búsqueda de apoyo, de no refugiarse en uno mismo porque si no, existe el riesgo de que la persona al final dependa del fármaco, concluye el psiquiatra de la SEPSM.