Llegaron a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Encontraron trabajo rellenando baches en un puente en plena noche, y acabaron muertos en el puerto de Baltimore.
Las seis víctimas del derrumbe del puente Francis Scott Key eran migrantes procedentes de México y Centroamérica, que realizaban el tipo de trabajo agotador que aceptan muchos extranjeros, cuando un buque portacontenedores se estrelló contra un pilar de apoyo en la madrugada del martes y los precipitó al helado río Patapsco.
Al día siguiente, los buzos sacaron los cadáveres de Alejandro Hernández Fuentes y Dorlian Castillo de una camioneta roja a siete metros bajo el agua.
Hay cuatro desaparecidos, presuntamente muertos: el hondureño Maynor Suazo, el guatemalteco José López, el salvadoreño Miguel Luna, y otro cuyo nombre no se ha revelado. Otros dos trabajadores fueron rescatados.
La noticia se extendió rápidamente por la comunidad hispana de Baltimore, cuyo tamaño casi se ha duplicado en los últimos años, transformando los modestos barrios de casas adosadas cercanos al extenso complejo portuario.
Las iglesias realizaron vigilias por los trabajadores desaparecidos y los grupos de defensa recaudaron rápidamente 98 mil dólares para las familias de las víctimas.
Algunos dijeron que no les sorprendía que todas las víctimas fueran migrantes, a pesar de que representan menos del 10% de la población de la ciudad más grande de Maryland.
“Una de las razones por las que los latinos se vieron implicados en este accidente es porque los latinos hacemos el trabajo que otros no quieren hacer”, dijo Lucía Islas, presidenta del Comité Latino de Baltimore, un grupo sin fines de lucro.
Los trabajadores hispanos tienen más probabilidades que otros grupos raciales y étnicos de morir en el trabajo, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, siendo la construcción un sector especialmente mortífero.
Las cifras del gobierno y de la industria muestran que los hispanos están sobrerrepresentados en trabajos de alto riesgo: el 51% de los trabajadores de la construcción, el 34% de los trabajadores de mataderos y el 61% de los trabajadores de jardinería.
Los trabajadores del puente Key estaban empleados por Brawner Builders Inc, una empresa de construcción local que ha realizado extensos trabajos para el estado y ha sido citada siete veces desde 2018 por violaciones de seguridad. La compañía dijo que está devastada por la pérdida y declinó hacer comentarios cuando fue contactada por Reuters.
Líderes comunitarios dijeron que muchos hispanos en la ciudad aceptan trabajos mal pagados que brindan escasos beneficios.
“Muchos no valoran a nuestra comunidad hispana. Nos ven como animales o piensan que vivimos del gobierno. Pero eso no es cierto, nosotros también pagamos nuestros impuestos”, afirmó Carlos Crespo, de 53 años, un mecánico de México.