Leer a Leila Guerriero con un cuaderno al lado es una manera de registrar autores de ficción de primera fila. Sin embargo, cuando escribe, la cronista es como los bailadores de danzón que se mueven en un solo ladrillo: el de los hechos documentados.

“No me tienta en absoluto transformar la realidad en ficción. Mientras la realidad sea tan buenita es preferible seguir contándola tal cual y digo buenita en el término de que hay en ella grandes historias”, aseguró este sábado a EFE la periodista.

La editorial Anagrama publicó a inicios de este año ‘La llamada’, el nuevo libro de Guerriero, recién llegado a las librerías de México. La obra es un retrato de Silvia Labayru, adolescente secuestrada en 1976 con cinco meses de embarazo, torturada, violada y esclavizada por los militares argentinos.

Durante 430 páginas la periodista documenta la vida de la mujer con los giros de la poesía y de la prosa literaria, pero siempre apegada a la verdad y sin caer en el victimismo. Silvia es abusada, pero es capaz de sacudirse el lodo y de construir una vida bella.

“Digamos que la historia es muy cruda, terrible, pero no siento que tenga un espíritu particularmente sangriento”, asegura.

Cada cierto tiempo Guerriero diserta en el libro acerca de “las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasarán y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas”. No es un trabalenguas, sino una reflexión acerca del azar.

“Hay una fibra latente que recorre el libro que es esta pregunta de qué hubiera pasado si…y me parece que hay una cuota de azar y de misterio medio enloquecedora. A veces la realidad se empeña en ser mejor que la ficción, con lo cual no necesito escribir ficción”.

Insiste la cronista en estar apegada a los hechos, pero la vida se burla y le presenta cuentos como sacados de novelas. Labayru revela su historia de amor con Hugo, un novio de la juventud. Es un chico real, aunque parecido al persistente Florentino Ariza, uno de los personajes inventados más queridos de Gabriel García Márquez.

“Yo le decía a Silvia que la relación entre Hugo y ella era como la novela ‘El amor en los tiempos del cólera’, pero con gente más joven y sin barco. Florentino y Fermina Daza terminan dando vueltas por el río Magdalena; río arriba, río abajo; ellos no”, reconoce.

Por casi dos años Leila mantuvo la mirada y el oído atentos a las confesiones de Silvia, quien contó su pasado como militante de izquierda y cómo, al salir de la cárcel fue rechazada por los montoneros que pretendían hacer un mundo mejor.

“Eso me parece una actitud sumamente cruel, despiadada, que uno no esperaría tener con nadie que sale de un lugar así (el campo de tortura). Si vos mirás los requerimientos de los montoneros en aquellos años, eran tremendos”.

“El periodismo que practica Leila Guerriero es el de los mejores redactores del New Yorker; implica trabajo riguroso, investigación exhaustiva y un estilo de precisión matemática”, dijo el Nobel de literatura Mario Vargas Llosa.

Distraída de las flores, la periodista cree que la clave de su libro estuvo en su curiosidad y en estar abierta a que su entrevistada le contara todo lo que ella quisiera. “Yo lo recibía como un don porque que alguien te cuente algo tan terrible con pelos y señales quiere decir que confía en vos”.

No todo es horror en ‘La llamada’. Silvia olvida unos coliflores en la candela y un par de veces está cerca de quemar su casa; baja del coche las bolsas del mercado y se va sin ellas y su hijo provoca un malentendido cómico en una consulta médica. Son tres pasajes con humor en un libro duro.

“Parece raro decir que una historia tan terrible tenga humor. Luego hizo bromas acerca de cómo yo remarqué que ella es reiterativa y que me cuenta 10 veces la misma cosa”, explica la autora.

Silvia cuenta el dolor, cuenta el amor, se sacude la mugre y llega a la tercera edad como mujer grande. Leila Guerriero observa, apunta y luego cuenta como quien baila en el acotado territorio de la no ficción.

“Puedo hacer lo que quiera, siempre y cuando esté cumpliendo en la no ficción con la regla de no inventarme nada”, insiste.

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