El aumento del malestar psicológico y emocional satura ya la atención psiquiátrica y retrasa la atención a pacientes con trastornos mentales graves, que son las patologías en las que deberían centrarse las agendas de los especialistas en psiquiatría.

Esta es una de las conclusiones del EFEFórum “El reto de la salud mental en la Comunitat Valenciana”, que ha reunido a expertos en Valencia para abordar un problema que va en crecimiento ya que, según el último informe del Sistema Nacional de Salud, el 37 por ciento de la población española sufre algún trastorno de salud mental; un debate donde, entre otros enfoques, se ha tratado el malestar emocional.

Para el director de la Oficina de Salud Mental y Adicciones de la Comunitat Valenciana, Bartolomé Pérez, es importante que los psiquiatras se ocupen del “trastorno mental grave, no de la moda del malestar emocional. Todos nos encontramos mal en algún momento, pero las enfermedades mentales son otra cosa”.

El ciudadano “a veces abusa del sistema sanitario” y “si vamos a consultas de salud mental, hay un porcentaje elevadísimo de personas que dicen que se encuentran mal o están deprimidas”, por lo que es necesario, además de una mayor responsabilidad del usuario, “que no acude a un 20 % de las citas”, un buen cribado desde Atención Primaria para distinguir quién debe o no ser derivado a psiquiatría.

Durante el foro, promovido por Johnson & Johnson con la colaboración de À Punt, la doctora Pilar Sierra San Miguel, psiquiatra en la Unidad de Trastornos Bipolares del Hospital La Fe de València, ha resaltado que esta “psiquiatrización” del malestar psicológico y emocional en muchos casos “acaba ocupando huecos” en sus agendas de salud mental “y retrasando la atención de pacientes que realmente están muy graves”.

“La sociedad demanda una atención psiquiátrica que no se debería realizar en Psiquiatría porque es un malestar que se podría cribar previamente desde Atención Primaria”, ha indicado Sierra, quien se ha preguntado qué hacer con los pacientes “que con cada recaída se deterioran” cuando esos malestares ocupan las agendas.

Los mayores de 80 años y los adolescentes, colectivos más afectados

Por su parte, Eduardo Aguilar Garcia-Iturrospe, psiquiatra en el Hospital Clínico de València, ha indicado que las personas que precisan mayor atención son las afectadas por un trastorno mental grave y hay dos colectivos que requieren una “sensibilización especial”: los ancianos de más de 80 años y los adolescentes.

Aguilar, que también es investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) y del Instituto de Investigación Sanitaria del Clínico (INCLIVA), ha resaltado además que las enfermedades mentales, al igual que la mayoría de las dolencias del ser humano, no se curan: “Se tratan y se manejan, hay muy pocas que se curen”.

No obstante, la salud mental “no va de blancos y negros”, se puede mejorar mucho la calidad de vida “y si eres un gris claro -matiza- funcionas mucho mejor que si eres un gris oscuro”.

Al respecto, Bartolomé Pérez ha asegurado que “las enfermedades, mentales o no mentales, en su inmensa mayoría no se curan, cambia la intensidad de los síntomas. Si decimos que se curan, falseamos la realidad”.

Solo el 10 % de la investigación aborda la salud mental

Durante el encuentro también se han puesto de manifiesto las dificultades de la investigación en salud mental y la complejidad para que la innovación llegue al usuario final, ya que a día de hoy solo el 10 % de las líneas de investigación en la industria farmacéutica a nivel mundial se centra en salud mental.

El director de Asuntos Corporativos y de Acceso al Mercado de Johnson & Johnson Innovative Medicine, David Beas, ha destacado: “Investigar en salud mental no es fácil, hablamos posiblemente del órgano de nuestro cuerpo más complejo, y por tanto es muy difícil identificar dianas”.

Tras señalar que la depresión será la primera causa de discapacidad en jóvenes y adultos en 2030 porque solo en España el 13 % de la población mayor de 13 años ya tiene síntomas depresivos, ha destacado que se trata de una enfermedad con un importante coste social y económico, ya que son más de 6.000 millones de euros los que se invierten anualmente en España para el manejo de esta enfermedad.

Beas ha puesto como ejemplo de esa dificultad el centro de investigación que el grupo tiene en Toledo, una instalación pionera a nivel mundial “en la que, tras 40 años de funcionamiento con investigadores de primer nivel mundial, a día de hoy todavía no se ha sintetizado una molécula que haya podido ser comercializada saliendo del mismo”.

Para Aguilar, España ha hecho en los últimos 25 años, un esfuerzo muy importante para situarse al nivel europeo en la investigación y, aunque se publica mucho, “se innova bastante poco”.

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