Julián Andrade
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) acaba de colocar a los cárteles de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación (CJNG) como los responsables de la peor crisis de drogas en la historia de Estados Unidos.
Es decir, las muertes por sobre dosis de fentanilo, que en el primer semestre de 2023 llegaron a las 38 mil, seguirán las rutas de los reproches sobre lo que se hace o no se hace en el territorio mexicano para impedir el cruce de las diversas sustancias al norte de Río Bravo.
La agencia antidrogas de Estados Unidos describe a los cárteles de Sinaloa y Jalisco como organizaciones con una alta capacidad logística que han diversificado sus actividades, más allá de la manufactura de drogas, para participar en el tráfico de armas, extorsión y trata de personas, ampliando mercados a Europa, África y Oceanía.
Es una acusación que era predecible, pero que tendrá impacto en la relación con las autoridades mexicanas.
Hace medio siglo, desestimado las conclusiones de la comisión Shafer, que veía más riesgos en el consumo de alcohol que en la mariguana, Richard Nixon anunció la guerra contra las drogas.
Esa determinación, ya se sabe, ha tenido repercusiones al largo de las décadas y sus consecuencias aún se padecen, porque en buena medida continúa vigente la idea de que es la prohibición la que puede dar resultados, aunque año con año se concluya que no es así.
Las repercusiones del Informe de la DEA se irán visualizando durante la campaña presidencial y tendrán un aterrizaje concreto una vez que llegue a la Casa Blanca el próximo presidente, el propio Joe Biden o Donald Trump.
Por ello sería un error subestimar lo que esto puede implicar, ya que ese tipo de anuncios suelen elevar las presiones alrededor de las estrategias de combate a los grupos criminales transnacionales.
En su Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2024, la DEA hace revelaciones inquietantes sobre la porosidad de las aduanas mexicanas en los puertos marítimos.
El cártel de Sinaloa está introduciendo precursores químicos para la fabricación de fentanilo por medio de empresas pantalla, etiquetado falso de embarques e intermediarios que realizan compras en China.
Los productos llegan a los puertos del Pacífico y desde ahí son canalizados a laboratorios clandestinos, sobre todo en Sinaloa.
La DEA describe los liderazgos del cártel y asegura que hay divisiones entre los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada, aunque mantienen una organización tipo paraguas.
Sobre el CJNJ añaden que la jefatura de Rubén Oseguera “El Mencho” es respaldada por un grupo de lugartenientes que a su vez supervisan el trabajo que realizan células específicas en cada plaza, como una suerte de franquicia, lo que les permite no asumir el costo de las operaciones, pero sí obtener un porcentaje por lo que se genera.
Ambas organizaciones criminales trabajan con pandillas en los Estados Unidos, que son las que se encargan de la venta en las calles, pero a ello le suman la utilización de plataformas digitales para generar puntos de venta y reduciendo los riesgos de ser capturados por la policía.
Es como el cuento de nunca acabar, aunque la DEA también reporta que 3 mil 337 personas fueron arrestadas.
Pronto sabremos que utilidad se le da al Informe, la policiaca pero también la política.
Respecto al gobierno mexicano, sería interesante que a los múltiples reproches que se le pueden hacer al documento, se añadiera el de buscar acuerdos duraderos para enfrentar un problema que es de ambas naciones y para terminar con lo que parece la condena de Sísifo.
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