El escritor Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) ha sido testigo directo de que lo que se publica en los periódicos afecta a las personas. Cuando tenía 2 años, su familia se exilió en México y, tras regresar luego a su país, volvió a emigrar a España para seguir con una carrera literaria catapultada en 2006 por su novela Abril rojo y una prosa ágil y directa.
Está en Marruecos invitado por la Embajada de Perú para presentar en el Instituto Cervantes su último libro, El año en que nació el demonio, un relato que mezcla religión, superstición, intrigas y monstruos del Perú del siglo XVII y que, adelanta en esta entrevista, se adaptará para el cine en México.
—En sus libros están muy presentes temas como la identidad, el terror o la política, ¿qué le motiva a explorarlos?
—Toda mi vida ha habido cosas políticas horrorosas pasando alrededor. Mi familia creció en los 70 en el exilio, luego en los 80 en un país en guerra, luego en los 90 en una dictadura, luego en la emigración en España… Siempre he sido muy consciente, porque me ha tocado directamente, de cómo los hechos sociales cambian tu vida, no son algo que ocurre en el periódico.
Luego siempre me ha interesado que mis historias sean intensas y te metas en ellas como si fuesen un mundo real, y una de las emociones más intensas que tenemos es el miedo. Me interesan los momentos de la historia en que las sociedades sueltan a sus monstruos, se abre la puerta del infierno y empieza a salir todo lo que una sociedad esconde. En el caso de mi última novela, ubicada en el Virreinato en Perú, me interesaba el concepto de bruja, acuñado con un sentido muy patriarcal.
—Un concepto que, según dice, aún sigue existiendo de alguna manera. ¿Cuándo dejaran las mujeres de ser brujas?
—Bueno, lo están, hay un cartel que se repite en muchas manifestaciones feministas de “somos las hijas de las brujas que quemaron”. Los niveles de movilización de los últimos años están acelerando mucho la historia de eso, pero también están generando una reacción en contra. Creo que un conservador moral hoy día es mucho más conservador que hace diez años.
—Las brujas eran los monstruos del siglo XVII, ¿cuáles son los de ahora?
—Los monstruos son los que son diferentes. Para buena parte de Europa hoy en día los monstruos somos los extranjeros, los que venimos de otros sitios. En muchos sitios los monstruos son de alguna minoría sexual. Hemos creado el concepto de monstruo para encerrar ahí a todo lo que no entendemos y castigarlo por ser diferente. Mis protagonistas suelen sentirse fuera de lugar en la sociedad en la que están, porque yo mismo me he sentido así. Yo he sido un extranjero buena parte de mi vida. Siempre he sentido que escribo en defensa de la gente diferente.
—Habiendo vivido en Perú, México y ahora en España, ¿qué opina de la situación política de América Latina.
—Tanto en América Latina como en Europa, la gente cada vez cree menos en la democracia y ya no lo están disimulando. También es un fracaso de la democracia. En el caso de América Latina, creo que la pandemia desnudó que muchos países estaban creciendo económicamente porque no estaban gastando ni en hospitales ni en colegios. Y eso ha creado una gran desconfianza en la democracia. Pero también está pasando en Europa, donde hay voces que preferirían volver más atrás, a una Europa de países separados, a unas ideas morales más conservadoras.
—¿Y el Perú, cómo ve la inestabilidad política que sufre?
—Muy difícil de resolver, porque necesitas una organización social que no tenemos. Necesitas partidos políticos. Lo que hay es formalmente partidos políticos, pero no hay instituciones con unas ideologías estables. También tiene que ver con esa desconfianza actual, no solamente del sistema democrático, sino de todas las élites. Hay un fracaso que compartimos todos de no haber podido consolidar el proyecto democrático que queríamos.
EFE