‘Etileno’ es el nombre del primer cómic de la madrileña Carmen Barrueco, una obra con reminiscencias del arte de la historietista Aline Kominsky-Crumb y en la que aborda sin tapujos las adicciones a las redes sociales, la desintoxicación digital, y el dolor que provoca la ruptura sentimental con un amigo.
Tras varios años en las que sólo hacía historietas cortas, Barrueco (Madrid, 1998), aminada por editoriales como Fulgencio Pimentel, se lanzó a autoeditarse esta obra que se puede encontrar en su página web, así como en librerías de Madrid, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Vitoria porque ella es, cuenta a EFE, la que se “apaña” con los libreros.
Una suerte de ‘Juan Palomo’ que la ha llevado a financiar la edición de 600 ejemplares, aunque, según explica, ‘Etileno’ vio la luz gracias a las Ayudas InJuve para la creación joven, destinadas a jóvenes creadores de un máximo de 35 años de edad para proyectos a desarrollar en un año en disciplinas como las artes visuales, escénicas, música, literatura, diseño, cómic e ilustración.
Graduada en Bellas Artes por la Universidad Complutense, Barrueco encontró el título de esta novela gráfica gracias a un amigo biólogo quien, tras contarle la trama, con gran carga de actualidad, le dijo que etileno era la metáfora perfecta para resumir el proceso por el que pasan Cata y Flor, las protagonistas de la historia.
Y ¿por qué? pues porque esta hormona en forma de gas es la que regula los procesos de maduración de frutas, verduras y flores.
En concreto, ‘Etileno’ cuenta la historia de Cata, quien al principio de la historia está colapsada por la desilusión y por sus perjudiciales rutinas, sobre todo con las redes sociales y las plataformas para encontrar pareja. Pero al descubrir un panfleto del grupo de apoyo AMA -Adictos al Móvil Anónimos- comienza una terapia para hacerse una “higiene digital”, lo que le llevará a crear series grietas emocionales con su amiga Flor.
“Yo no diría que es autobiográfico, sino generacional, Flor y Cata son dos arquetipos (…) quería mostrar cómo las relaciones más duraderas a veces no pueden encajar en cierto momento y pueden acabar siendo tóxicas, y eso puede provocar la ruptura de una amistad, no sólo amorosa”, afirma.
Otra de las características de la obra de la autora es que todos sus personajes son antropomorfos, una elección fruto de su “hartazgo de haber dibujado tantas personas” durante la carrera.
Aunque también le sirvió de parapeto para que los textos de los bocadillos fueran “menos” suyos: “quería que lo pudieran ver menos autobiográfico”.
Además, ‘Etileno’ es una demostración de todo lo aprendido en sus años académicos, ya que, según ha detallado, hay partes hechas en cerámica, otras en textil, o en tempera: “como la mayoría es digital quería salirme de estar pegada a una pantalla, no sólo por lo cansado que está el cuerpo, que te duele más la espalda, sino también para que tuviera que ver con la historia”.
Admiradora de Robert Crumb, pero sobre todo de su fallecida esposa Aline Kominsky-Crumb, Barrueco se declara seguidora de los autores que pasaron por las revistas ‘Madriz’ y ‘El Víbora’, como Carlos Giménez o Ana Juan.