La ansiedad es algo frecuente en nosotros y, en muchos casos, nos faltan herramientas para aprender a gestionar esta emoción cuando aparece en exceso y puede provocar también efectos físicos. Lo explican los expertos en un nuevo post del blog “Salud y prevención”.
La ansiedad es una emoción normal y natural, que además es intrínseca a todas las personas, no hay que olvidarlo, y que comprende una serie de reacciones ante la amenaza de un resultado negativo o incierto. Si el estado de activación es muy intenso y, sobre todo, si se prolonga en exceso, se producen los trastornos de ansiedad que también provocan efectos físicos, además de psicológicos.
“Es una emoción normal que es adaptativa y no debería tener más importancia. Pero cuando se cronifica y preocupa excesivamente al paciente nos encontramos con los trastornos de ansiedad”, explica el doctor Josep María Farré, jefe de Docencia e Investigación del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona.
Por su parte, el doctor Borja Farré Sender, jefe de la Sección de Ansiedad y Estrés del mismo Servicio en el mismo centro hospitalario señala que los trastornos de ansiedad son de cuatro tipos:
- La fobia simple.
- Los trastornos de angustia con o sin agorafobia.
- Los trastornos de ansiedad social.
- El trastorno de ansiedad generalizada.
Cómo identificar los trastornos de ansiedad
“Se caracterizan los trastornos de ansiedad generalizada por la entrega a la preocupación improductiva, por el pavor a la incertidumbre; y esto marca absolutamente la conducta y el devenir de quienes lo padecen”, prosigue el psiquiatra Josep María Farré, quien señala que probablemente hay más casos de mujeres con trastornos de ansiedad que hombres.
El psicólogo Borja Farré mantiene a su vez que las características comunes de todos los trastornos de ansiedad son: el sufrimiento por la necesidad de control, la tendencia a la preocupación, así como características somáticas como dolores físicos y psicofisiológicos (taquicardias, sudoraciones, temblores, dificultades para respirar).
Un dolor torácico opresivo: ¿infarto o ansiedad?
En esta línea, el doctor Jordi Robert, jefe del Servicio de Medicina Interna, comenta que en la consulta de Urgencias muchos casos se reflejan como un paciente con dolor torácico por ansiedad, “algo que es muy habitual”, personas que consultan por un dolor opresivo, “como una losa”, que se irradia al brazo, “realmente los síntomas clásicos de un dolor torácico”.
Al mismo tiempo, este especialista comparte cuáles son las pruebas que se realizan para el diagnóstico, como son el electrocardiograma, y la determinación analítica con troponinas, para descartar que efectivamente se trata de un ataque al corazón.
La doctora Zamira Gómez, especialista en Cardiología del Instituto del Corazón Quirónsalud Dexeus, considera esencial explicar cómo afecta una crisis de ansiedad a nivel cardiovascular y metabólico: “Una crisis de ansiedad nos puede determinar una cantidad de cascadas en el cuerpo que nos van a producir daño cardiovascular o metabólico, subiendo el azúcar o modificando el perfil lipídico”.
Asimismo, esta experta advierte de que la ansiedad es un factor de riesgo predictor de un evento coronario: “Nos puede dar un evento cardiaco, fatal o no, angina o infarto, en pacientes con arterias coronarias obstruidas”.
El estrés y los trastornos digestivos
Y además del corazón, otros efectos de la ansiedad son los trastornos funcionales digestivos tienen una estrecha relación con la ansiedad, añade el doctor Javier Nebreda, jefe del Servicio de Aparato Digestivo y Endoscopia, que comenta que se ha demostrado que el estrés puede desencadenar brotes de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII).
“Hay un porcentaje muy importante de pacientes con trastornos funcionales digestivos, como la dispepsia, o la mala digestión o lenta, en las consultas. Casi siempre en estas patologías hay este componente de ansiedad, e incluso en las enfermedades orgánicas, en las que hay una causa patológica, como la EII (enfermedad de Crohn, o la colitis ulcerosa) el estrés y ansiedad influyen mucho y pueden desencadenar brotes”, agrega.
Antidepresivos y terapia cognitivo conductual
Con ello, Josep María Farré, jefe de Docencia e Investigación del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, indica que en los tratamientos para el trastorno de ansiedad y sus efectos se suelen introducir los antidepresivos, porque “han demostrado mejorar la ansiedad y las crisis”.
Aunque, precisa, este medicamento debe asociarse con la terapia cognitivo conductual.
El especialista recuerda que el diagnóstico precoz es esencial, y muchas personas empiezan en la adolescencia tardía, e incluso algunas debutan en la infancia.
Esta terapia cognitiva conductual “contiene elementos de psicoeducación, donde se ilustra al paciente sobre su trastorno, para comprender de dónde ha salido, cómo lo ha desarrollado y cómo lo mantiene, y por qué le suceden los síntomas desde el punto de vista físico”, apunta por su parte el psicólogo Borja Farré Sender.
“Se le ayuda a afrontar situaciones que evita por su trastorno, así como a modificar los pensamientos catastróficos que pueda desarrollar, y a ver las cosas de una manera menos amenazante y con las expectativas adecuadas”, indica.
Asimismo, este experto del Hospital Universitari Dexeus comenta que hay otras herramientas terapéuticas útiles para gestionar la ansiedad, como son la práctica deportiva regular, que es “buena para la salud en general y también para los trastornos de ansiedad”; además de ocuparse de los hábitos, como comer y dormir bien; y de tener un ocio de calidad.