“La Metamorfosis” es una de las obras más importantes de la literatura mundial. Fue escrita en 1915 por el escritor checoslovaco Franz Kafka. En ella se cuenta la historia de Gregorio Samsa, un hombre que una mañana al despertar de un sueño intranquilo se ha transformado en un insecto.
Parte del interés por esta obra de Kafka radica en que, de acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “La Metamorfosis” expone las “obsesiones de Franz Kafka ante el engranaje que nos deshumaniza, mostrando la alienación que sufrimos, al tiempo que nos lleva a reflexionar sobre el valor del ser humano en un modo de producción que sólo valora a las personas en función de su productividad”, además de que “también nos hace preguntarnos sobre la razón de la existencia y la naturaleza humana”.
Pero eso no es todo. Otro elemento que ha permanecido bajo el interés de muchos intelectuales es el saber qué clase de insecto es en el que se convierte el protagonista de la historia. Y es que, si bien, el autor nunca específica en su libro a qué tipo de insecto se refiere, el imaginario colectivo ha llevado a las personas a creer que se trata de una cucaracha. Sin embargo, expertos aseguran que esto no es así.
Entonces, ¿en qué insecto se transformó Gregorio Samsa, el protagonista de “La Metamorfosis”?
En su relato, Kafka escribe:
“Una mañana, cuando Gregorio Samsa despertó de un sueño turbulento, se vio transformado en un monstruoso insecto. Yacía sobre su espalda, dura como una armadura, y cuando alzó un poco la cabeza pudo ver que su vientre carmelita parecía una cúpula y estaba dividido en segmentos corrugados. La colcha casi no podía mantenerse en su posición y estaba a punto de correrse completamente. Sus numerosas piernas, que eran extremadamente pequeñas en comparación con el resto de su cuerpo, se agitaban nerviosamente ante sus ojos.”
Aunque en la traducción al español del libro se utiliza la palabra “insecto”; en el texto original escrito en alemán, Kafka usa el término “Ungeziefer”, que es un sustantivo usado para referirse a los “animales impuros”, es decir, a las plagas o pestes, entre los que se encuentran las cucarachas, ratas, pájaros, chinches, etcétera. Motivo por el que resulta ambiguo determinar en qué “bicho” se convirtió el protagonista de “La Metamorfosis”.
Sin embargo, el escritor y entomólogo ruso Vladimir Nabokov, quien ha realizado diversos análisis y reflexiones acerca de esta obra literaria de Kafka, asegura que Gregorio Samsa se convirtió en un insecto perteneciente a la familia de los artrópodos, a la cual pertenecen los insectos, arañas, ciempiés y crustáceos.
“Si las ‘numerosas piernas’ mencionadas en la narración significan más de seis piernas, entonces Gregorio no puede ser un insecto desde el punto de vista zoológico. Pero sugiero que a un hombre tendido sobre su espalda que observa que tiene al menos seis piernas vibrando en el aire, le puede parecer que seis piernas son suficientes para ser llamadas ‘numerosas’. Por tanto, asumiremos que Gregorio tiene seis piernas, y por tanto es un insecto”, escribió Nabokov.
Nabokov descarta que el insecto en la obra de Kafka sea una cucaracha debido a que esto “no tiene sentido” con la descripción del libro, y explica por qué:
“Una cucaracha es un insecto de forma plana y con largas piernas, y Gregorio es cualquier cosa menos plano: es convexo en ambos lados, vientre y espalda, y sus piernas son pequeñas. Se parece a una cucaracha en un solo aspecto: su color es carmelita. Esto es todo”.
A esto agrega que, Samsa “tiene un enorme vientre convexo dividido en segmentos y una espalda dura y redonda, en la que podría haber una cubierta para alas. En los escarabajos está cubierta esconde pequeñas alas, que se expanden y los pueden transportar a lo largo de varias millas en un vuelo errante”.
No obstante, aclara que, en la narración, Gregorio el escarabajo nunca se da cuenta de que tiene alas bajo la dura cobertura de su espalda.
En sus investigaciones, Nabokov infiere que el protagonista de “La Metamorfosis” tiene unas fuertes mandíbulas, ya que, de acuerdo con el relato, “él usa estos órganos para darle vuelta a la llave en la cerradura mientras se mantiene erecto sobre sus piernas traseras, en su tercer par de piernas”.
Derivado de esta inferencia, Nabokov sugiere que el tamaño de su cuerpo de Gregorio Samsa convertido en insecto es el de cerca de tres pies de largo, es decir, poco menos de un metro de altura. Un tamaño similar a un perro, indica.
Además, “en el texto original en alemán, la sirvienta lo llama Miskäfer, que se traduce como un ‘escarabajo rinoceronte’. Es obvio que la mujer le está añadiendo el epíteto ‘rinoceronte’ sólo por ser amistosa. Técnicamente, él no es un ‘escarabajo rinoceronte’. Es simplemente un escarabajo gigante”, dice Navokov.
No puede haber insectos del tamaño de un humano
Contrario al análisis del autor ruso, la profesora de biología Dona Bozzone, del St. Michael’s College, en Vermont, Estados Unidos, aclaró en un curioso artículo que ningún insecto puede alcanzar el tamaño de un “perro”, tal como lo indica Navokob.
“Contrariamente a las imágenes de ciencia ficción de bichos de 50 pies [15 metros], los cuerpos de los insectos deben ser pequeños. Si el cuerpo con su exoesqueleto se escalara al tamaño humano, sería tan pesado que incluso piernas y músculos del tamaño adecuado no podrían sostenerlo. Un insecto así no podría moverse”.
Además, la bióloga aclara que tanto el sistema respiratorio de los insectos, tráqueas en lugar de pulmones, como el circulatorio no sirven para grandes volúmenes corporales.