Un equipo de científicos ha descrito por primera vez cómo la onda expansiva de molestias y el flujo del líquido en el cerebro desencadenan las migrañas y ha identificado nuevas proteínas que podrían ser responsables de este trastorno y, por tanto, ser la base para futuros fármacos contra las migrañas.

“Hemos descrito la interacción entre el sistema nervioso central y el periférico provocada por el aumento de las concentraciones de proteínas liberadas en el cerebro durante un episodio de despolarización generalizada, el fenómeno que causa el aura asociada a las migrañas”, explica Maiken Nedergaard, de la Universidad de Rochester (Nueva York) y autora principal del estudio.

Estos hallazgos, publicados este jueves en la revista Science, “nos proporcionan una gran cantidad de nuevos objetivos para suprimir la activación del nervio sensorial para prevenir y tratar las migrañas y fortalecer las terapias existentes”, destaca la investigadora.

El 10% de la población mundial

Se calcula que una de cada 10 personas sufre migrañas, que en una cuarta parte de estos casos el dolor de cabeza va precedido de una alteración sensorial (aura) que puede incluir destellos luminosos, puntos ciegos, visión doble y sensaciones de hormigueo o entumecimiento de las extremidades, unos síntomas que aparecen entre cinco y 60 minutos antes del dolor de cabeza.

Aunque las auras migrañosas surgen en el cerebro, el propio órgano no puede sentir el dolor. En su lugar, estas señales deben transmitirse desde el sistema nervioso central -cerebro y médula espinal- al sistema nervioso periférico, la red de comunicación que transmite información del cerebro al resto del cuerpo, también sobre el tacto y el dolor.

Cómo es el proceso de comunicación entre el cerebro y los nervios sensoriales periféricos en las migrañas ha sido un gran misterio.

En este estudio, el equipo de Nedergaard, junto a investigadores de la Universidad de Copenhague, han logrado describir cómo es y cómo se comporta el flujo de fluidos en el cerebro.

Para ello, el equipo construyó modelos detallados de cómo se mueve el líquido cefalorraquídeo (LCR) en el cerebro y su papel en el transporte de proteínas, neurotransmisores y otras sustancias químicas.

La teoría más aceptada es que las terminaciones nerviosas que descansan en la superficie externa de las membranas que envuelven el cerebro eran las responsables de los dolores de cabeza que siguen al aura pero el nuevo estudio, realizado en ratones, ha descrito una ruta distinta y ha identificado proteínas -muchas de ellas son posibles nuevas dianas farmacológicas- que pueden ser responsables de activar los nervios y provocar el dolor.

A medida que se propaga la onda de despolarización, las neuronas liberan en el LCR una serie de proteínas inflamatorias y de otro tipo.

En experimentos con ratones, el equipo demostró que el LCR transporta estas proteínas al ganglio del trigémino, un gran haz de nervios situado en la base del cráneo que suministra información sensorial a la cabeza y la cara.

Se suponía que este ganglio, como el resto del sistema nervioso periférico, quedaba fuera de la barrera hematoencefálica, que controla estrictamente qué moléculas entran y salen del cerebro pero el equipo identificó una brecha desconocida hasta entonces que permite que el LCR fluya directamente al ganglio del trigémino y que expone los nervios sensoriales al cóctel de proteínas liberadas por el cerebro.

Moléculas inductoras de migraña. Nuevas dianas farmacológicas

Al analizar las moléculas, los investigadores identificaron doce proteínas llamadas ligandos que se unen a los receptores de los nervios sensoriales que se encuentran en el ganglio del trigémino, provocando potencialmente la activación de estas células.

“Hemos identificado una nueva vía de señalización y varias moléculas que activan los nervios sensoriales del sistema nervioso periférico. Entre las moléculas identificadas se encuentran las ya asociadas a las migrañas, pero no sabíamos exactamente cómo y dónde se producía la acción inductora de la migraña”, explica el doctor Martin Kaag Rasmussen, de la Universidad de Copenhague y primer autor del estudio.

“Definir el papel de estos pares ligando-receptor recién identificados puede ayudar a descubrir nuevas dianas farmacológicas, que podrían beneficiar a la gran parte de pacientes que no responden a las terapias disponibles”.

El equipo también observó que el transporte de proteínas liberadas en un lado del cerebro llega sobre todo a los nervios del ganglio trigémino del mismo lado, lo que podría explicar por qué -en la mayoría de las migrañas- el dolor se produce solo en un lado de la cabeza. 

EFE

Publicidad