C. Rubio Rosell/Zenda

Parte de la leyenda del escritor estadunidense Thomas Pynchon tiene que ver con México. Ahí, en 1963, el escritor comenzó a escaparse de aquellos que querían convertir su vida en un espectáculo. Primero fue un reportero del New York Times, al que en marzo de ese año habían enviado a la Ciudad de México, donde el autor de El arcoíris de gravedad estaba viviendo, para que lo entrevistara con motivo de la aparición de su novela V. Pynchon —dice el escritor mexicano Franco Félix (Hermosillo, 1981), autor del ensayo El ingeniero que huyó por la ventana: Thomas Pynchon en México (1962-1964), con el que ha ganado el Premio Bellas Artes de Ensayo Malcolm Lowry 2024— explicó el suceso en una carta que envió desde Guanajuato, en la que narra que cuando llegó a la vecindad donde vivía se percató que había un hombre esperando afuera, el cual portaba un sombrero de alas grandes y tenía una gabardina negra. Pynchon llamó a su casera y le dijo «miéntele, dile que no estoy aquí», porque el escritor gringo odiaba la idea de que se hiciera un reportaje sobre él. “Con el paso del tiempo», explica Franco, «esa historia se convirtió en la más romántica y poética del escritor que escapa por la ventana, pero la realidad es todavía más chistosa y divertida, ya que se pasó dos días oculto en cines, cafés y en un motelito, y como el periodista no se iba, Pynchon decidió irse a Guanajuato”. Ahí, según la investigación del mexicano, escuchó un montón de historias sobre la Revolución Mexicana, que más tarde utilizaría en su novela Contraluz, en la que los personajes visitan Guanajuato y donde la fidelidad de las descripciones, incluso de las famosas momias de la ciudad y del panteón por donde avanzan, dan fe de que Pynchon no lo pudo hacer tan solo imaginándolas. “En esa novela», observa Franco, «aparece Guanajuato, Zacatecas, Chihuahua y una parte de Sonora, porque los protagonistas andan en un globo aerostático. Estamos hablando del México de principios del siglo XX, en la convulsa época de la Revolución”. Franco asegura que en su investigación escuchó hablar de gente que vio o conoció a Pynchon en algún momento. «Pensé que estaban pitorreándose o mintiendo, pero después de ver esto, de darme cuenta de las cartas que escribe, vaya que estuvo en México, y un montón de tiempo”, afirma, y recuerda que en cierta ocasión, en un bar de Guadalajara, le contaron de un mesero que vio a un hombre que mientras se tomaba una cerveza se presentó como Thomas Pynchon. «Eso comprueba que él andaba por Guadalajara. Todo el tiempo estaba de arriba abajo. Lo único que no quería era aparecer en las fotografías para que no lo anduvieran siguiendo». El libro de Franco Félix incluye una serie de cartas que Pynchon escribió desde la capital mexicana y algunos otros lugares, cartas, dice el ensayista, mediante las que se construye un relato especulativo sobre los lugares en los que había estado y las relaciones existentes entre lo que dicen y sus libros, sobre todo Contraluz. Porque a final de cuentas, como el propio Thomas Pynchon decía, nunca vio la necesidad de dar ninguna entrevista ni explicar sus libros. Ellos, en efecto, siempre se han defendido solos.

LAS PROMESAS DE SHEINBAUM PARA LA CULTURA

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La virtual presidenta de México, doña Claudia Sheinbaum, parece tener un buen plan para la cultura, a la que no quiere despreciar y, en cambio, parece que va a darle, por fin, un lugar merecido en su próxima gestión sexenal. Según su proyecto de país, la nueva Jefa del Ejecutivo mexicano quiere que los creadores artísticos y las instituciones tengan una relación más sencilla en términos administrativos; además, y esto supondría un paso de gigante, promete que se creará un esquema de acceso para ellos a los sistemas de salud y, en su caso, a esquemas de retiro y financiamiento de vivienda. Por otra parte, se va a proponer una tasa cero en el IVA a las librerías, a efecto de apoyar su viabilidad financiera, algo que los libreros han estado peleando desde hace años. Sobre el tema de la promoción de la cultura y la “República de lectores”, Claudia Sheinbaum estipula en su Proyecto de Nación que es necesario actualizar las colecciones de libros de las bibliotecas adscritas a la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, así como ampliar y profundizar la Estrategia Nacional de Lectura, un punto polémico, pues existen diversas posturas y maneras de entender la promoción lectora, bien como parte de un proceso educativo integral, bien a través de su producción y distribución, abaratando los libros y poniéndolos al alcance de todos. Otros puntos del plan de Sheinbaum serán fomentar la educación artística desde las infancias; realizar convocatorias robustas y flexibles para becas y apoyos en arte; recuperar y restaurar teatros y recintos en desuso; promover la participación de la Iniciativa Privada en el financiamiento cultural; asignar recursos para la protección de las zonas arqueológicas o, cosa cuanto menos curiosa, y cito textualmente, «reconocer la importancia de los afroamericanos en la historia nacional». Bueno, si todo lo anterior se cumple, Sheinbaum no solo pasará a la historia como la primera presidenta mexicana, sino como el primer político que hace realidad aquello que promete. Lo deseamos sinceramente.

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