El papa Francisco escribió un documento que fue publicado este domingo para destacar la importancia de la literatura “en el camino de la maduración personal” y en la formación de los sacerdotes, ante la “obsesión de las pantallas”.

Francisco explica: “Había pensado escribir un título que se refiriera a la formación sacerdotal, pero luego pensé que, de manera similar, estas cosas pueden decirse de la formación de todos los agentes de pastoral, así como de cualquier cristiano”.

“Con frecuencia, entre el aburrimiento de las vacaciones, el calor y la soledad de los barrios desolados, encontrar un buen libro de lectura llega a ser como un oasis que nos aleja de otras actividades que no nos hacen bien”, destaca.

Asegura que ante “momentos de cansancio, de rabia, de decepción, de fracaso, y cuando ni siquiera en la oración conseguimos encontrar la quietud del alma, un buen libro, al menos, nos ayuda a ir sobrellevando la tormenta, hasta que consigamos tener un poco más de serenidad”.

“Antes de la llegada omnipresente de los medios de comunicación, redes sociales, teléfonos móviles y otros dispositivos, la lectura era una experiencia frecuente, y quienes la han vivido saben de lo que hablo. No es algo pasado de moda”, añade el papa en esta carta.

Y explica que “a diferencia de los medios audiovisuales, donde el contenido en sí es más completo, y el margen y el tiempo para enriquecer la narración o interpretarla suelen ser reducidos, en la lectura de un libro, el lector es mucho más activo”.

Y espera que, al menos en los seminarios, “se logre abandonar la obsesión por las pantallas —y por las venenosas, superficiales y violentas noticias falsas— y se dedique tiempo a la literatura, a los momentos de lectura serena y libre, a hablar de esos libros, nuevos o viejos, que tanto nos siguen contando”.

Respecto a la formación de los sacerdotes, la falta de lectura explica el pontífice, “es el origen de una forma de grave empobrecimiento intelectual y espiritual de los futuros sacerdotes, que se ven así privados de tener un acceso privilegiado al corazón de la cultura humana y más concretamente al corazón del ser humano, a través de la literatura”.

Francisco, que fue profesor de Literatura en Argentina, desvela que le encantan “los artistas trágicos, porque todos podríamos sentir sus obras como propias, como expresión de nuestros propios dramas”.

“Llorando por el destino de los personajes, lloramos en el fondo por nosotros mismos y nuestro propio vacío, nuestras propias carencias, nuestra propia soledad. Por supuesto, no les pido que lean lo mismo que yo he leído. Cada cual encontrará aquellos libros que digan algo a su propia vida y se conviertan en verdaderos compañeros de viaje. No hay nada más contraproducente que leer algo por obligación”, agrega. 

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