Qué poca clase está dando el grupo gobernante a los universitarios mexicanos que se esfuerzan y luchan contra todo para prepararse en busca de  un futuro mejor. Han sido desastrosas las opiniones sobre el estudiantado que hicieron en días pasados el presidente López Obrador y su sucesora Claudia Sheinbaum.

Y todo se debió a la intempestiva y multitudinaria aparición de los universitarios junto a los trabajadores del Poder Judicial de la Federación que se están defendiendo de la que parece inminente reforma con la que el poder ejecutivo—en manos del obradorismo—pretende aplastar al poder judicial y hacerle una serie de cambios sustanciales sumamente criticados por muchos sectores de la sociedad, ya que esos cambios son nefastos para cualquier país democrático, progresista y plural.

Los estudiantes de la UNAM y de otras grandes y prestigiosas universidades del país se están movilizando para hacer sentir al gobierno sus opiniones contrarias a la iniciativa presidencial. 

Pero López Obrador dijo que “salieron a protestar porque sus profesores los están engañando”, reiterando ante los periodistas de palacio “la importancia de que los jóvenes reciban información objetiva y apegada a la verdad”.  También Sheinbaum soltó esta perla banquetera: “Yo les recomiendo que lean bien la propuesta que hacen los diputados”, soltando además verdades a medias, cuando acusó que en el nombramiento de los jueces “hay muchos familiares, nepotismo”.

A los jefazos Andrés Manuel y Claudia se les olvidó que este tipo de expresiones no pueden soltarse irresponsablemente en referencia a un sector joven y preparado por instituciones reconocidas, y que ellos mismos en su revolucionaria juventud y en sus luchas políticas, formaron parte de manifestaciones de inconformidad y que emanan profesionalmente de la UNAM. Decir esas frases insustanciales solamente les exhibe ante la población pensante. 

Y esa jactancia quizá se debe a lo siguiente: Morena y el obradorismo insisten en presumir que tienen mayoría, pero esa mayoría guinda sólo les dio 36 millones de votos en un padrón electoral que reúne a más de 97 millones de ciudadanos. El triunfo electoral lo obtuvieron gracias a un elevado abstencionismo, donde un poco menos del 50% de los empadronados no acudieron a votar por desinterés, por apatía o por decepción. 

Esos mismos hombres y mujeres podrían movilizar muchas cosas en México, y quizá pronto deban hacerlo. AMLO sabe bien que en el escenario mexicano hay un tigre observando y que puede saltar en cualquier instante. Y puede saltar a su favor o en contra.

Estigmatizar a estudiantes de nivel medio y superior, insultarlos, minimizarlos, desdeñarlos o agredirlos sólo muestra la poca clase política del que asume esas actitudes de inseguridad, o de soberbia, ya que no es de otra cosa. 

Los universitarios del país merecen respeto de los demás sectores y como egresados de universidades y padres de familia de jóvenes universitarios, nos ofenden las agresiones, desdenes o las burlas que reciban nuestros hijos e hijas. Los mexicanos estamos orgullosos del nivel académico de estos jóvenes que sí estudian y que se dan cuenta de la pobreza o mediocridad de las decisiones cupulares.

Estos dichos y expresiones ridículas y fuera de lugar, salidas de las bocas de AMLO y Sheinbaum no pueden dirigirse o pronunciarse ante universitarios, a menos que el individuo que las emite o suelta impulsivamente, ya se considere un autócrata,  un dictador o un poderoso amo de voluntades y destinos.

Para fortuna de los mexicanos, el país cuenta con instituciones de educación superior que siempre conservarán su autonomía y luces y voces fuertes y suficientes que se hagan escuchar en todos los espacios cuando la nación lo requiera.    

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