Chesterton es de esos escritores que, intelectual y literariamente, sigue creciendo con el paso del tiempo, como han destacado los editores que siguen publicando su obra y que en este año, el de su 150º aniversario, han llevado a las librerías una biografía y un ensayo sobre su obra, además de rescatar novelas y artículos, muchos inéditos hasta ahora.

Chesterton «no para de crecer con el tiempo», y «cada vez que lo miro compruebo que su envergadura —como periodista, como apologeta, como narrador, como filósofo— ha aumentado», escribe el poeta Enrique García-Máiquez en el prólogo a la edición española de la biografía G. K. Chesterton: Sabiduría e inocencia (Encuentro), del escritor inglés Joseph Pearce.

Esta nueva biografía actualiza las hasta ahora existentes con información importante sobre la vida y la obra de Chesterton y sobre su relación con escritores de su época, como H. G. Wells, Hilaire Belloc y Bernard Shaw, con quienes mantuvo larga amistad, no exenta de polémicas, tal vez porque, como señalan los editores de esta edición española, supo que «el secreto de la vida reside en la risa y la humildad». A propósito de esta biografía, García-Máiquez señala que la «humildad» de este gigante literario —sus obras completas en inglés suman cuarenta volúmenes de más de 20.000 páginas, en las que no se incluyen cientos de sus artículos periodísticos— no solo «no echó a perder sus ideas excelentes, sino que además las convirtió en el motor de una vida extraordinaria».

La misma editorial, Encuentro, comenzó este año publicando Cosas que los hombres odian con razón, título que recoge los artículos que Chesterton publicó en 1911 en el semanario londinense The Illustrated London News, en el que el escritor mantuvo su colaboración más longeva, desde 1905 hasta 1936, y que esta editorial está rescatando a razón de un volumen por año.

Pero la editorial española más empeñada en la publicación de Chesterton es Renacimiento, que lleva editados cuarenta títulos y que sólo en el año de su 150º aniversario ha publicado el ensayo La filosofía de G. K. Chesterton: Un filósofo del siglo XX, de la filósofa y profesora de filosofía Mercedes Martínez Arranz, la biografía Santo Tomás de Aquino y el volumen de artículos anteriores a 1930 Ahora que lo pienso, que hasta ahora permanecía inédito en español. Igualmente ha rescatado Renacimiento este año la traducción que el escritor y presidente de la República Manuel Azaña hizo de la novela La esfera y la cruz, una obra que posee la virtud de ser a la vez una novela de aventuras y la narración más doctrinaria y parabólica, casi una alegoría, de su autor. El director de Renacimiento, Abelardo Linares, sitúa esta novela entre las mejores de Chesterton, al lado de El hombre que fue jueves, y ha considerado que «leer a Chesterton tiene mucho que ver con ser un niño y asistir una noche estrellada de verano a un espectáculo de fuegos artificiales», si bien matiza que si los fuegos «son artificiales, lo son sólo en el sentido de ser verdadero arte, es decir, vida, nunca en el desmayado sentido de ser meramente artificiosos».

Jorge Luis Borges dijo que no hay una página de Chesterton que no depare una sorpresa, y el escritor Felipe Benítez Reyes definió al inglés como «ese autor al que hay que leer siempre con un lápiz en la mano, para subrayar fulguraciones y deslumbramientos», lo que tal vez sea bastante conveniente leyendo los artículos reunidos en Ahora que lo pienso. En este volumen se reúnen artículos periodísticos sobre los asuntos más dispares. Por algo es Chesterton el autor del aserto «no hay cosas sin interés, tan solo personas incapaces de interesarse» y de escribir en uno de los artículos recogidos en este volumen, cuando muchos lectores y estudiosos han considerado que en realidad se trata de breves ensayos, lo siguiente: «Yo mismo he sido ensayista, o lo he intentado, o lo he fingido. Tampoco me disgustan en absoluto los ensayos. Tal vez mi mayor placer literario sea leerlos, siempre después de las necesidades realmente serias del intelecto, como las novelas policíacas y los tratados escritos por locos».

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