Alejandro Pagés*
El cambio climático es una realidad innegable que afecta todos los rincones del planeta; la temperatura global promedio ya ha aumentado 1.54°C por encima de los niveles preindustriales, y 2024 se encamina a ser el año más caluroso registrado, lo que ha incrementado la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones, incendios forestales y olas de calor, mientras que el hielo marino del Ártico y la Antártida se encuentra en niveles mínimos históricos.
Ante esta crítica situación, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de este año (COP29), celebrada en Bakú, Azerbaiyán, tuvo como principal objetivo impulsar la acción climática global y movilizar los recursos financieros necesarios para que las naciones en desarrollo puedan enfrentar los desafíos que esto plantea.
Pese a las moderadas expectativas, la COP29 logró avances en el financiamiento climático y la finalización del Artículo 6 sobre mercados de carbono y la consolidación de la participación de actores no estatales; sin embargo, también evidenció la necesidad de una mayor ambición y compromiso por parte de todos los países para alcanzar las metas establecidas en el Acuerdo de París.
En específico, el objetivo de financiación climática plantea que, para 2035, las naciones desarrolladas canalicen al menos 300,000 millones de dólares al año a los países en desarrollo. Si bien esta cifra es inferior a la demandada (1.3 billones de dólares anuales), representa un avance en la movilización de recursos para la acción climática. Asimismo, en un acuerdo de última hora se logró incluir la Hoja de ruta de Bakú a Belém,[1] para ampliar el financiamiento climático y alcanzar el monto demandado hacia la fecha antes señalada.
Por otro lado, la finalización de las secciones restantes del Artículo 6 permitirá la creación de un mercado global de carbono que podría incentivar la reducción de emisiones, así como la inversión en proyectos de mitigación, apoyada por disposiciones para mejorar la transparencia y rendición de cuentas.
La COP29 también destacó la importancia de la participación de actores no estatales en la acción climática. Diversas organizaciones, empresas, inversionistas y grupos de la sociedad civil presentaron múltiples iniciativas y compromisos para reducir emisiones, aumentar la resiliencia y promover la adaptación al cambio climático, dando un fuerte aliento a las acciones por el planeta.
En este sentido, se definieron ambiciones sectoriales para la adaptación y resiliencia climática, entre las cuales destacan las siguientes:
Energía: se anunciaron iniciativas para triplicar la capacidad de energía renovable y duplicar la tasa de mejoras en eficiencia energética para 2030; asimismo, se destacaron las oportunidades para la energía eólica marina responsable, el almacenamiento de energía, las redes inteligentes, el hidrógeno verde y la energía hidroeléctrica sostenible
Transporte: se presentó la iniciativa Avoid and Shift Breakthrough para duplicar la proporción de transporte terrestre de personas y mercancías libre de combustibles fósiles para 2030, centrándose en transporte público, vehículos eléctricos y ferrocarriles
Bienes raíces: se enfatizó en la descarbonización y resiliencia climática requerida en las construcciones, incluyendo la eficiencia energética, la economía circular y la reducción de emisiones en los sistemas de refrigeración
Industrial: se lanzaron iniciativas para la compra verde de productos básicos, definiciones de bajo carbono para cemento y concreto, y la descarbonización de las industrias de uso intensivo de energía
Agricultura: se presentó la Iniciativa Climática Harmoniya de Bakú para Agricultores, a fin de compartir experiencias, facilitar la financiación y fomentar la colaboración en la adaptación y mitigación del cambio climático en el sector
Agua: se hizo un llamado a la acción para lograr la gestión sostenible del agua, la resiliencia hídrica urbana y la integración de medidas de mitigación y adaptación relacionadas con este recurso en las políticas climáticas nacionales
Océanos: se lanzó el proyecto Innovación de Bakú para la Economía Azul, el cual promueve soluciones innovadoras y sostenibles para la gestión de los recursos marinos y costeros
Comunidades: se destacó la importancia de la resiliencia comunitaria y la adaptación basada en ecosistemas, así como la inclusión de las comunidades locales en la planificación e implementación de medidas de adaptación
Cabe mencionar que, a pesar de estos avances, la cumbre se vio marcada por divisiones persistentes y la falta de consenso en temas clave, por lo que aún existen desafíos importantes para alcanzar las metas del Acuerdo de París. Así, algunos obstáculos a superar y que deben ser abordados con urgencia son la eliminación gradual de los combustibles fósiles, la insuficiente financiación climática y el aplazamiento del diálogo sobre la implementación del “balance mundial”.
En resumen, la COP29 marcó un hito en la acción climática global, pero también evidenció la necesidad de una mayor ambición y compromiso por parte de los países para transitar hacia el net zero. La cooperación internacional, la movilización de recursos financieros, la innovación tecnológica y la participación de todos los sectores de la sociedad son fundamentales para lograr un futuro sostenible y resiliente, mientras que la COP30 que se llevará a cabo el próximo año en Brasil presentará la oportunidad para evaluar los avances y fortalecer las ambiciones.
Contacto:
*Alejandro Pagés es Director de Asesoría en Sustentabilidad, ASG y Economía Circular de KPMG México
[1] COP29 acuerda triplicar la financiación a los países en desarrollo, protegiendo vidas y medios de subsistencia, United Nations Climate Change, 2024.