El Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) advirtió que la región presenta diversas vulnerabilidades, pero una de las más importantes es que se está invirtiendo la pirámide poblacional, lo que implica que cada vez hay más personas mayores, pero sin que los países hayan resuelto el problema de pobreza y desigualdad.
“Está el tema de creciente preocupación, el tema demográfico. La evolución de la pirámide demográfica de América Latina en los últimos años es de una reducción de la población joven y de un aumento de la población mayor. Esto es un gran desafío, el envejecimiento de América Latina sin haber resuelto los problemas de pobreza y desigualdad”, señaló el presidente ejecutivo de CAF, Sergio Díaz-Granados.
Durante su participación en el “Foro Económico Internacional de América Latina y el Caribe 2025. ¿Cómo retomar la senda de crecimiento?”, indicó que lo anterior es importante porque está asociado con el bajo crecimiento económico y la baja recaudación de impuestos.
El titular de CAF explicó que en la región hay un estancamiento de la clase media, una acotada reducción de la pobreza y también un estancamiento de la pobreza extrema, a lo que se suma una persistencia de la desigualdad que convierte a América Latina en la región más desigual del mundo.
Abundó que uno de los canales que mantiene la persistencia de la desigualdad es la educación, pues no toda la población tiene acceso a ella, seguido de la informalidad en el mercado laboral, que lleva a baja productividad, y la falta de una política de vivienda.
Todo ello, añadió el presidente ejecutivo del banco de desarrollo, se refleja en un bajo crecimiento económico, baja inversión y baja productividad, que pone en “jaque” a las finanzas públicas, con un promedio de crecimiento en los últimos 15 años de 1.6%.
“Tradicionalmente, hay una baja en la inversión, explicada también en los últimos 15 años. Cuando uno mira los últimos 30 años no son tan malos, pero cuando uno mira los últimos 15 ya comienza a verse peor la película para América Latina y el Caribe. Y hay un tema de baja productividad en los últimos diez años, producto de la digitalización en Estados Unidos”, dijo.
En este escenario de bajo crecimiento económico, baja inversión y baja productividad en América Latina y el Caribe también inciden temas como altas tasas de delincuencia, con la región que concentra un tercio de los homicidios en el mundo, una tasa media de homicidios diez veces mayor a la de otras economías emergentes, con 43 de las 50 ciudades más inseguras del mundo y 90% de la producción de cocaína que se consume en el mundo.
A lo anterior se agrega que América Latina y el Caribe hay un problema de pérdida de la democracia, aunado a vulnerabilidades como: impacto de conflictos bélicos, crisis migratoria, crisis de la deuda global, desastres naturales, la necesidad de una transición energética y digital, y la transición a la “poli-globalización”, en el que la era del rápido crecimiento comercial parece haber llegado a su fin.
Oportunidades
No obstante, resaltó el presidente ejecutivo de CAF, América Latina y el Caribe también tienen ventanas de oportunidad, entre las que se encuentran el desarrollo de una minería responsable, con recursos esenciales para la economía global como el litio, cobre y níquel, fundamentales para la transición energética y la generación de energías limpias.
Otra oportunidad para la región se relaciona con un significativo potencial para liderar la transición hacia energías limpias que incluye el desarrollo de fuentes renovables, el uso de gas natural como energía de transición y la eficiencia energética en sectores clave
Además, con suelos fértiles y una basta riqueza, hídrica, América Latina y el Caribe pueden convertirse en proveedores estratégicos de alimentos a nivel mundial, a lo que se suma que el talento creativo y tecnológico de la región se puede aprovechar para desarrollar industrias digitales y creativas.
También la biodiversidad, la riqueza cultural y los paisajes únicos de la región ofrecen una oportunidad para desarrollar un turismo sostenible; y la profundización de la integración regional mediante proyectos binacionales y multinacionales puede fortalecer las cadenas de valor, reducir costos comerciales y aumentar la competitividad.