Las mujeres enferman, responden a los tratamientos y envejecen de forma distinta a los hombres, pero la medicina tiene al varón como modelo de paciente. El ginecólogo y genetista Guillermo Antiñolo, propulsor del #MeToo genómico, exige una medicina con perspectiva de género y de sexo y destaca que la pérdida de estrógenos, la hormona femenina, hace “más vulnerable” la salud de las mujeres.

“La medicina tiene un enfoque androcéntrico. La mujer es la gran ignorada”, afirma Antiñolo en una entrevista con EFEsalud con motivo de la publicación de su libro “La revolución del genóma femenino” (Planeta) donde reivindica que las mujeres, la mitad de la población, cuenten con una medicina má personalizada que mejore su salud, su bienestar y su proceso de envejecimiento y dejen de ser tratadas como una minoría.

De hecho, las mujeres tienen síntomas distintos a los varones cuando sufren enfermedades cardiovasculares, con especial riesgo ante infartos o ictus; muestran mayor predisposición a algunas enfermedades autoinmunes, como el lupus o la artritis reumatoide; mientras que la ansiedad y la depresión pueden manifestarse en ellas de forma diferente.

Una de las claves está en la pérdida de fertilidad de la mujer, pero no en relación a la maternidad, sino por la bajada de estrógenos, la principal hormona femenina, y que es el eje sobre el que gravita su salud, desde la cardiovascular, a la ósea o la mental.

Al desaparecer el efecto protector de los estrógenos en la menopausia, las mujeres se vuelven vulnerables, sufren más enfermedades y “envejecen a doble velocidad que los hombres”, asegura el especialista.

Por eso defiende en la menopausia, y de forma personalizada y controlada, la terapia hormonal que sustituye a los estrógenos y que puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas asociadas a la merma de hormonas.

Pero solo el 6-7 % de las mujeres españolas, según el médico, optan por este tratamiento que va más a allá de paliar los conocidos efectos de la menopausia, como los sofocos o la falta de libido.

“Se ha generado una leyenda urbana”, dice, a raíz de un estudio “con sesgos” de 2004 realizado en Estados Unidos que advertía de mayor riesgo de cáncer de mama y de trastornos tromboembólicos, algo que han desmontado estudios posteriores que ya distinguieron entre distintos tipos de hormonas y características de las pacientes.

Pero también lamenta la falta de información de los sanitarios porque esta opción terapéutica no se estudia en la carrera de Medicina: “Los profesionales carecen de información o no tienen la información correcta o no la buscan”, indica el catedrático de la Universidad de Sevilla.

Y a esto se añade una percepción por parte de muchas mujeres de que la menopausia es un evento natural que no requiere una atención especial y no conlleva riesgos.

“No podemos evitar el envejecimiento, vamos a envejecer, pero podemos mejorar cómo envejecer. En mi opinión, lo normal sería tratar la menopausia”, viendo de forma individualizada las características de cada mujer.

Antiñolo: “La mayoría desconoce que mujeres y hombres tienen modelos de enfermedad distintos”

Especialista en genética, demanda que las mujeres sean consideradas como pacientes reales y “no como una mera comparación con el hombre” ya que su fisiología es diferente.

“La mayoría no sabe que esto es así, no nos hemos planteado durante siglos que el hombre y la mujer tienen modelos de enfermedad y de envejecer distintos”, lamenta Guillermo Antiñolo, también director del Departamento de Medicina Materno Fetal, Genética y Reproducción del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Ante esta situación, el doctor plantea una transformación profunda que tienen que dirigir los políticos y que empiece por cambiar la formación en la carrera de Medicina, que garantice la inclusión igualitaria de las mujeres en los ensayos clínicos y que se analicen los datos por género, contando con el big data y la inteligencia artificial como aliados.

También es fundamental que las sociedades médicas ofrezcan directrices clínicas para las mujeres y que la investigación identifique las variantes genéticas específicas de las féminas.

Pero liderando este #MeToo genómico deben estar las mujeres, insiste Antiñolo, empoderadas y conscientes de que atender de forma específica sus problemas de salud “es una necesidad sanitaria y social urgente”.

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