• El catedrático de la Universidad de Zaragoza repasa la trayectoria del autor de ‘Campos de Castilla’ y la huella de Leonor Izquierdo en su vida.

Por Antón Castro/Letras Libres

Los meses de julio y agosto concentran varias efemérides machadianas. En 2025, con especial significado. El 26 de julio se cumplían 150 años del nacimiento en Sevilla de Antonio Machado (1875-1939), autor de Soledades, galerías y otros poemas (1907) y Campos de Castilla (1912, 1917), entre otros títulos, lo cual dio lugar a un congreso que inauguró el ministro Ernest Urtasun; el 1 de agosto se recordaba la muerte de su joven esposa Leonor Izquierdo Cuevas (1894-1912), a las diez de la noche de 1912, en Soria, con apenas 18 años, y a la vez se iniciaba una nueva edición de Expoesía en la Alameda de Cervantes, que suele comenzar con un ritual: la visita a la tumba de Leonor, en el cementerio del Espino. Soria es una de las grandes capitales de España de la poesía: está vinculada con Gustavo Adolfo Bécquer, con Gerardo Diego, que vivió en la ciudad entre 1920 y 1923, con el citado Machado y ahora también se reivindica la presencia de Federico García Lorca, que visitó la ciudad y la provincia 1932, con el grupo teatral La Barraca. Caminamos por Soria, las calles del Collado, la Calle Real y otros lugares machadianos –la iglesia de la Mayor donde se casaron Leonor y Antonio, el sotoplaya del Duero, la ermita de San Saturio, el cementerio del Espino… – en compañía del catedrático Jesús Rubio Jiménez (Ágreda, Soria, 1953), uno de los grandes estudiosos de Bécquer y de Machado, y de otras figuras como Valle-Inclán, Ricardo Baroja, Ramón Gómez de la Serna o Daniel Devoto. 

Díganos, ¿cuándo llegó Antonio Machado a Soria?

Fue en la primavera de 1907 y se instaló en la fonda de los familiares de Leonor Izquierdo y su madre. Poco después, ellas se quedarían con la fonda y la cambiarían de lugar, en una bocacalle del Collado. Durante sus cinco años en Soria, Antonio Machado vivió siempre de fonda.

¿Había alguien más, conocido?

Sí, algún tiempo antes había llegado a Soria el médico oscense Mariano Íñiguez, que practicaba una medicina moderna, estaba muy preocupado por la higiene. Solía impartir charlas en distintos lugares, entre ellos en centros obreros. Antonio Machado también ofreció un recital comentado de sus poemas.

Se sabe poco de su relación con Leonor.

Lo más lógico es que empezase en 1908. Machado, casi con candidez, le dejó unos versos donde le revelaba sus sentimientos. Cuando ella tuvo la edad legal de entonces, 15 años, Machado acababa de cumplir los 34, se casaron el 30 de julio de 1909 en la Iglesia de la Mayor, que recuerda el acto con una foto y una escultura, y puede decirse que fue una pareja feliz, muy feliz. Poco después de la ceremonia salieron para Zaragoza y otras ciudades. Ella se implicó en su trabajo. En 1910, Antonio Machado, catedrático de lengua francesa, logró una beca de ampliación de estudios y se fueron juntos a París al año siguiente, donde se le reveló la tisis. Fue el poeta Rubén Darío quien les dejó dinero para que volviesen a España. Por cierto, el poeta modernista le había publicado “La tierra de Alvargonzález”, la versión en prosa en la revista Mundial Magazine, que duró de 1911 a 1914, y que él dirigía desde París.

Es decir, la pareja regresó a Soria.

Sí, Leonor estuvo hospitalizada en París y les recomendaron un buen clima, descanso, naturaleza, un ambiente más acogedor. Se instalaron en la pensión familiar de nuevo, pero además Antonio Machado alquiló una pequeña casita en la ladera del Mirón. Y todas las tardes salían a pasear juntos en una estampa romántica. Si se alzan los ojos, desde muchos lugares de la ciudad, se ve el actual hotel Leonor y muy cerca el Mirón, que ahora tiene una construcción que recuerda a la pareja.

Podría decirse que Antonio Machado escribió Campos de Castilla en Soria y en París.

Desde luego, pero no hay que olvidar que hubo dos ediciones: la de 1912, que apareció en julio, pocos días antes de la muerte de Leonor, no se sabe con certeza si ella llegó a ver y a leer el libro, y la segunda, de 1917, en la que Antonio Machado incorporó nuevos poemas…

Entre ellos, el dedicado a José María Palacio, el que arranca “Palacio, buen amigo”…

Exacto. Llegó a Soria hacia 1902. Se incorporó de funcionario a la Diputación de Soria, en el departamento de montes y fue un amigo importante de Machado y Leonor. Escribió más de mil artículos en la prensa, de multitud de asuntos, y tenía también una historia dramática de fondo: Antonio Machado lo llamaba “mi hermano en el dolor”. Había razones para ello. Palacio se había casado con Heliodora Acebes y en Soria perdieron dos hijas, Carmen y Rosario. Una murió a los pocos días y otra con cinco años; una falleció antes que Leonor y otra después. Debió de ser por entonces cuando Machado le escribió el poema “A José María Palacio”. Se dice que Palacio tenía el poema enmarcado, siempre muy cerca de su despacho. Antonio Machado lo incorporaría luego a la segunda edición de 1917, que fue bastante distinta. Esos cinco años en Soria fueron determinantes para la asimilación del paisaje castellano, la visión social. Por otra parte, Machado y Palacio colaboraron en la fundación de El porvenir Ccstellano, con su editor e impresor José María Reglero. Se decía que José María Palacio acudía a las tumbas de sus hijas y a la de Leonor. “Con los primeros lirios / y las primeras rosas de las huertas, / en una tarde azul, sube al Espino, / al alto Espino donde está su tierra…”, escribe Machado y parece aludir a ello.

¿Cómo se vivió la muerte de Leonor Izquierdo?

Fue un auténtico drama, pero ella estuvo arropada por distintos médicos: el citado Mariano Íñiguez, cirujano, otro gran especialista como el doctor Antonio Guisande; los dos estaban relacionados con la Institución Libre de Enseñanza y con gentes como el famoso doctor Esquerdo, José María Esquerdo. Es decir, Leonor estuvo asistida y se hizo por ella todo lo que podía la ciencia. Mariano Íñiguez realizó estudios como médico higienista porque se daban muchas infecciones, entre otras cosas porque la gente se alimentaba con agua del Duero como agua de boca.

¿Qué pasó luego?

A los pocos días, con un inmenso dolor, Antonio Machado se fue de Soria y logró una plaza, de inferior rango, en un instituto de Baeza. Se le intentó rendir un homenaje en 1924, que no fraguó. Hasta entonces no publicó casi nada, salvo aforismos, proverbios, coplas populares, etc. y el libro Nuevas canciones, en el que hay algunos poemas nuevos dedicados a Leonor. Ya con la II República, en 1932, fue nombrado Hijo Adoptivo. Regresó a Soria y visitó la ermita de San Saturio, donde leyó algunos poemas. De Baeza, se trasladó a Segovia, y allí coincidió con María Zambrano, y luego volvería a Madrid. Lo que pasó luego es conocido por todos: Guiomar, la Guerra Civil, el exilio, la muerte en Collioure…

Durante años, en la posguerra, se le reivindicaba y a la vez se le negaba…

Sí, así fue. De ahí que se le hicieran desde Madrid auténticos contrahomenajes. En Baeza, antes de la sacralización, pasó por el menosprecio y la crítica. Por ejemplo, Pablo Serrano le hizo una escultura que no le dejaron instalar y ahora está en el Instituto Antonio Machado en Soria. Luego, con la llegada de la democracia cambió todo. Y su obra fue leída, releída, editada y reivindicada por doquier. En el reciente congreso, organizado por el Centro Internacional Antonio Machado, la Fundación Duques de Soria y el Ayuntamiento de Soria, se analizaron aspectos filosóficos, históricos y lógicamente literarios. La obra de Antonio Machado sigue muy viva y la estancia en Soria fue capital en su formación y en su sensibilidad. Aquí vivió la experiencia más dramática de su vida. Al lado del cementerio del Espino sigue ese olmo seco, hendido por el rayo, que da la dimensión de su percepción del paisaje y de su amor infinito a las pequeñas cosas.

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