John W. Diamond/ The Conversation*
Las consecuencias económicas del actual cierre del gobierno federal dependen crucialmente de su duración. Si se resuelve rápidamente, los costos serán bajos; pero si se prolonga, podría desplomar la economía estadounidense.
Esto se debe a que la economía ya se encuentra en un estado precario, con un mercado laboral debilitado, la confianza del consumidor en descenso y la incertidumbre en aumento.
Como economista especializado en finanzas públicas, sigo de cerca cómo las políticas gubernamentales afectan la economía. Permítanme explicar cómo un cierre prolongado podría impactarla y por qué podría representar un punto de inflexión hacia una recesión.
Impactos directos de un cierre gubernamental
El cierre parcial del gobierno comenzó el 1 de octubre de 2025, debido a que demócratas y republicanos no lograron un acuerdo sobre la financiación de una parte del gobierno federal. Un cierre parcial significa que se aprobaron algunos proyectos de ley de financiación, que el gasto en prestaciones sociales continúa, ya que no depende de asignaciones anuales, y que algunos trabajadores considerados esenciales permanecen en sus puestos sin remuneración.
Si bien la mayoría de los 20 cierres ocurridos entre 1976 y 2024 duraron solo unos días o una semana, hay indicios de que el actual podría no resolverse tan rápidamente. La economía, sin duda, sufriría un impacto directo en el producto interno bruto debido a un cierre prolongado, pero son los impactos indirectos los que podrían resultar más perjudiciales.
El cierre más reciente, que se extendió durante las vacaciones de invierno de 2018-2019 y duró 35 días, fue el más largo en la historia de Estados Unidos. Tras su finalización, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estimó que el cierre parcial retrasó aproximadamente 18,000 millones de dólares en gasto federal discrecional, lo que se tradujo en una reducción de 11,000 millones de dólares del PIB real.
La mayor parte de esa pérdida de producción se recuperó posteriormente; la CBO estimó que las pérdidas permanentes fueron de unos 3,000 millones dólares, una cifra relativamente baja para una economía estadounidense de 30 billones de dólares.
Impactos indirectos y más duraderos
El efecto total depende en gran medida de la psicología del consumidor promedio.
Datos recientes sugieren que la confianza del consumidor está disminuyendo a medida que se hace más evidente el estancamiento del mercado laboral. La confianza empresarial ha sido dispar: el índice manufacturero indica contracción, mientras otros indicadores reflejan expectativas mixtas sobre el futuro.
Si el cierre se prolonga, los efectos psicológicos podrían provocar una mayor pérdida de confianza entre consumidores y empresas. Dado que el gasto del consumidor representa el 70% de la actividad económica, una caída en la confianza podría señalar un punto de inflexión.
Estos efectos indirectos se suman al impacto directo de la pérdida de ingresos para los trabajadores federales y quienes dependen de contratos con el gobierno, lo que reduce el consumo y la producción.
También lee: El cierre del gobierno de EU retrasará el anuncio del COLA del Seguro Social 2026
El riesgo de despidos significativos más allá de los permisos habituales podría agravar aún más el daño económico. Despidos masivos convertirían pérdidas temporales en pérdidas permanentes de ingresos y capital humano, reduciendo la demanda agregada y amplificando las repercusiones en el sector privado.
En resumen, mientras los cierres breves tienden a causar pérdidas modestas y en gran parte recuperables, un cierre prolongado, especialmente uno que implique despidos significativos, podría infligir impactos mayores y duraderos.
La economía estadounidense ya está en dificultades
El mercado laboral estadounidense ya muestra señales de alerta.
Las nóminas aumentaron solo en 22,000 puestos en agosto, tras revisiones a la baja de julio y junio por 21,000. Esto sigue a un crecimiento de solo 73,000 puestos en julio, tras ajustes a mayo y junio de 258,000. Además, las revisiones preliminares anuales indican que la economía creó 911,000 empleos menos el año anterior de lo reportado originalmente.
El desempleo de larga duración también aumenta: 1.8 millones de personas llevan sin trabajo más de 27 semanas, casi una cuarta parte del total de desempleados.
Al mismo tiempo, la adopción de la IA y la reducción de costos podrían disminuir aún más la demanda laboral, mientras que el envejecimiento de la fuerza laboral y la menor inmigración limitan la oferta de trabajadores. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, se refiere a esto como un “curioso equilibrio” en el mercado laboral.
El desempleo entre recién graduados (22-27 años) es ahora del 5.3%, frente al 4.3% de la tasa general.
El último informe de empleo de ADP, que solo considera el sector privado, muestra que la economía perdió 32,000 empleos en septiembre, la mayor caída en dos años y medio. Aunque preocupante, los economistas suelen esperar los datos oficiales de la Oficina de Estadísticas Laborales para confirmar la cifra.
El informe previsto para el 3 de octubre podría haber ofrecido un contrapunto a las malas noticias de ADP, pero debido al cierre, BLS no publicará el informe.
Problemas que los recortes de tasas no pueden resolver
Esto incrementa la incertidumbre sobre la salud de la economía estadounidense, sumándose a la creada por aranceles intermitentes y nuevos gravámenes sobre madera, muebles y otros bienes.
Se espera que la Reserva Federal reduzca las tasas de interés al menos dos veces más este año para estimular el gasto, tras un recorte de un cuarto de punto en septiembre. Esto aumenta el riesgo de un repunte de la inflación, aunque el enfriamiento del mercado laboral es la preocupación más inmediata.
Si bien tasas más bajas a corto plazo pueden ayudar, no solucionan desafíos estructurales como los enormes déficits y deudas gubernamentales, presupuestos familiares ajustados, la crisis de asequibilidad de la vivienda y una fuerza laboral en contracción.
La cuestión no es si la Fed recortará las tasas, sino si ese recorte será suficiente, especialmente si el cierre dura semanas o más. La política monetaria por sí sola no puede superar la incertidumbre causada por aranceles, falta de disciplina fiscal, reemplazo de personal por tecnología, el impacto del cierre y el temor de los consumidores sobre el futuro.
Las tasas más bajas pueden ganar tiempo, pero no resolverán los problemas estructurales de la economía estadounidense.
*John W. Diamond es Director del Centro de Finanzas Públicas del Instituto Baker, Universidad Rice
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation










