Las lluvias e inundaciones que dejaron muerte y destrucción en muchos pueblos de la Huasteca baja y en municipios como Álamo, Poza Rica y Tuxpan, y sobre todo, la lentitud en la intervención del gobierno estatal para apoyar a los afectados, hace pensar a la población en aquellas, las primeras frases acuñadas por la mandataria Rocío Nahle: “Vamos a poner de moda a Veracruz” y más que nada, el caudal intangible de promesa e intención que refleja la expresión “Por amor a Veracruz”.
Las dos son frases que bien puede utilizar una mujer en su encargo público. Son acertadas desde criterios de comunicación e impacto. Pero en la certeza y bondad de ellas, el problema que se va haciendo del dominio público, es el carácter autoritario y despótico que algunos cercanos le atribuyen a la ingeniera, y además enseñando un extraño gusto en darlo a conocer.
Y entonces surgen las primeras preguntas: ¿será posible que la desgracia y vulnerabilidad de miles de familias veracruzanas, consigan suavizar el carácter y el trato con sus semejantes, de la persona con mayor poder en el estado?, o bien, la otra parte de esta moneda: ¿Y le importará esto, o tendrá ganas de mostrar empatía y humanidad con la gente arruinada, preocupada y atribulada en esa vasta zona?
Para negar estas posibilidades de cambio o mayor funcionalidad en ella, algunos despistados siguen argumentando el origen zacatecano de la gobernadora Nahle, cuando el problema nunca ha sido ese, si es que alguien está dispuesto a cumplir con eficiencia y eficacia y con transparencia y honestidad a los gobernados.
Son varias decenas de políticos mexicanos que gobiernan o han gobernado las entidades federativas donde viven con sus familias, aunque su origen haya sido en otros estados o incluso en el país del norte.
Y de esas decenas de mujeres y hombres, con atributos y defectos, como todos los seres humanos, sus resultados corresponden a todas las posibilidades del abanico: han sido buenos, o han sido regulares o han sido malos. El hecho de haber nacido en lugar lejano, no implica traba o razón alguna para atribuir que habrá pésimos logros.
López Obrador gobernó la Ciudad de México, siendo nativo de Tabasco; Vicente Fox gobernó Guanajuato, pero nació en la capital del país; el estado de Baja California fue gobernado por Roberto de la Madrid, Ernesto Ruffo y Eugenio Elorday, los tres con pasaporte estadounidense, por haber nacido en la ciudad de California; Renato Vega nació en Guanajuato y gobernó Sinaloa; Mauricio Vila es de CDMX y gobernó Yucatán; mismo origen que Cuauhtémoc Blanco, quien mal gobernó a Morelos, y para no mencionar tantos casos similares, ahí está el veracruzano Mauricio Kuri haciendo un buen papel en Querétaro.
Es pronto para calificar a Rocío Nahle. Y debe reconocerse que la ley le concede cinco años más para corregir lo que deba corregir, o para, si quiere, decidirse a comprometerse más con la población que votó por ella y cumplir con lo que manda la Constitución.
Al final de su gestión, sólo habrá tres posibilidades: como gobernadora podrá ser buena, regular o mala. El tiempo es quien tendrá la razón.
Ojalá ella logre poner de moda al estado, y además, probar que en verdad ama a Veracruz. A todos conviene esto.










