A casi un año de su mandato, Rocío Nahle no ha logrado convertir su discurso de eficiencia y transparencia en resultados tangibles. Entre auditorías al pasado, desabasto en hospitales, ineptitud ante las lluvias y una administración que privilegia la narrativa sobre la ejecución, la primera mujer gobernadora de Veracruz enfrenta el desafío de demostrar que el cambio no fue solo de género, sino de fondo.

Del discurso al expediente

Rocío Nahle llegó al poder como la primera mujer gobernadora de Veracruz, la narrativa oficial sigue hablando de “reingeniería administrativa”, “combate a la corrupción” y “eficiencia gubernamental”. Pero detrás del comunicado y de las fotografías institucionales, la realidad veracruzana se mantiene tan áspera como antes: hospitales sin médicos, carreteras en ruinas, seguridad frágil y una burocracia que —aunque con nuevos nombres— conserva viejos vicios.

Desde Palacio de Gobierno se asegura que la administración nahlista avanza “a paso firme” con el Plan Veracruzano de Desarrollo 2024-2030. Sin embargo, los hechos aún no acompañan al discurso. La tan anunciada reingeniería administrativa ha servido más para rotar cuadros políticos que para transformar la gestión pública. Los recortes y fusiones de dependencias se tradujeron en despidos sin planeación, oficinas improvisadas y una curva de aprendizaje que paralizó trámites esenciales durante meses.

En el sector salud, la gobernadora denunció un presunto daño patrimonial de más de $1,600 millones de pesos en la Secretaría estatal de Salud por irregularidades en contratos del periodo anterior, sin que se conozca algún avance. Pero mientras se “auditan” los fantasmas del pasado, los ciudadanos siguen enfrentando desabasto de medicinas, clínicas cerradas y servicios deficientes. El “nuevo modelo de atención” apenas se sostiene en comunicados oficiales.

Cuando caen las lluvias: negligencia y omisión

Las lluvias torrenciales que azotaron la zona norte de Veracruz pusieron al descubierto la vulnerabilidad climática del estado, la negligencia y omisión del gobierno estatal ante emergencias, pero sobresale la ineptitud y arrogancia de Rocío Nahle, acostumbrada a escándalos de corrupción insiste que “aquí no pasa nada, todo está muy, muy bien; en el gobierno se trabaja mucho, muchísimo”. Comunidades quedaron incomunicadas, casas inundadas y familiares buscando respuestas mientras la administración estatal se dedicaba al discurso. 

Quedó en evidencia que la cobertura financiera ante desastres no fue renovada por la administración de Nahle, lo que dejó a Veracruz sin póliza para afrontar lo que ya se sabía llegaría. Por si fuera poco, los avisos de emergencia y el acceso a refugios se activaron con horas de retraso, elevando el costo humano de lo que podría haber sido una atención más ágil. Aquí no solo se trata de naturaleza, sino de gestión pública que no previó lo previsible.

La tragedia climática reveló lo que muchos ya suponían: que los anuncios de austeridad, combate a la corrupción y modernización gubernamental se han quedado en lenguaje, mientras los daños materiales y humanos siguen acumulándose.

Gobernar con la sombra del discurso, la inseguridad y la corrupción latente

Nahle gobierna bajo la sombra política del discurso oficial federal del partido Morena: pueblo bueno, austeridad, anticorrupción. Pero el resultado local es otro: un gobierno que repite el guion, pero carece de resultados visibles o, peor aún, tolera la opacidad. Las denuncias sobre contrataciones dudosas, falta de seguros ante desastres, nepotismo e irregularidades administrativas no se han extinguido, por el contrario, crecen.

Veracruz sigue siendo un estado complejo, con regiones dominadas por la pobreza y el crimen organizado, donde el discurso no alcanza. El caso de la maestra jubilada y taxista asesinada Irma Hernández y el asesinato del empresario limonero Javier Vargas, han evidenciado que las respuestas de Rocío Nahle parecieran estar desconectadas y han sido un símbolo de un poder insensible que no mide el impacto de sus palabras. 

Por ejemplo, en Álamo y gran parte de la zona norte de la entidad las extorsiones, homicidios y la violencia en general están bajo el mando del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y La Mafia Veracruzana, una organización derivada del Cártel del Golfo que surgió en Pánuco y se ha extendido hacia otros municipios.

Entre la esperanza y la simulación

Ser la primera mujer en gobernar Veracruz era una oportunidad histórica. Pero hasta ahora, Nahle no ha logrado romper con la inercia de gobiernos opacos, paternalistas y reactivos. Apuesta por la propaganda institucional y el control del mensaje más que por la rendición de cuentas. La transparencia sigue siendo promesa, no práctica.

El reto para Nahle no está en administrar la narrativa del cambio, sino en demostrarlo con hechos: reconstruir carreteras, equipar hospitales, activar planes de prevención ante lluvias y auditar sin filtro cada peso público. Gobernar no es repetir slogans ni culpar al pasado: es corregir, asumir y rendir cuentas. En Veracruz, el reloj político corre rápido y en 4 semanas la mandataria tendrá que rendir su primer informe de gobierno; el margen para el beneficio de la duda se agota.

El pueblo veracruzano no pide milagros, pide resultados. Porque entre tanta tormenta, el verdadero desastre es un gobierno que no aprende a gobernar, mientras tanto el fantasma de la revocación de mandato viaja en Veracruz.

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