La costosa corrección de rumbo en la filial Porsche le dio un duro golpe a Volkswagen en el tercer trimestre, provocando una pérdida operativa de 1,300 millones de euros (1,500 millones de dólares) y acumulando miles de millones más en costes, además de la presión de los aranceles estadounidenses.

Volkswagen registró cargos por valor de 4,700 millones de euros debido al cambio de estrategia de Porsche respecto a los vehículos eléctricos, anunciado en septiembre, mientras que se espera que los aranceles a las importaciones estadounidenses y la consiguiente disminución de las ventas le cuesten al mayor fabricante de automóviles de Europa hasta 5,000 millones de euros este año, según informó la compañía este jueves.

El impacto arancelario aumenta considerablemente la presión sobre Oliver Blume, director ejecutivo de Volkswagen, quien cederá el cargo de CEO de la problemática división Porsche a principios del próximo año, tras advertir el mes pasado sobre un impacto multimillonario. El exdirector de McLaren, Michael Leiters, asumirá el cargo en Porsche.

Los problemas con los aranceles continuarán

El director financiero de Volkswagen, Arno Antlitz, afirmó que al menos 4,000 millones de euros de los costes arancelarios eran directos, mientras que el resto estaba vinculado a la pérdida de márgenes debido a las contramedidas.

La empresa ve cierto margen para contener los costes adicionales, por ejemplo, reduciendo gastos o trasladando más producción a EU, y se espera una decisión sobre si establecer una planta allí para su filial Audi antes de que finalice el año.

Este jueves, las acciones de Volkswagen subieron hasta un 2% en una jornada volátil tras los resultados, antes de volverse negativas y cotizar con una baja del 1.1%.

Antlitz señaló que el panorama era “mixto”, indicando que la fuerte demanda de los coches de Volkswagen en Europa compensaba la debilidad en China, pero que sus modelos eléctricos, cada vez más populares, eran más caros de fabricar, lo que afectaba a la rentabilidad.

Las pérdidas operativas de Volkswagen en el tercer trimestre contrastaron con los 2,800 millones de euros de beneficio operativo del grupo en el mismo periodo del año anterior, aunque fueron menos graves que las pérdidas de 1,700 millones de euros pronosticadas por los analistas en una encuesta realizada por Visible Alpha.

Porsche, propiedad en un 75.4% de Volkswagen, también registró fuertes pérdidas en el tercer trimestre al retrasar el lanzamiento de sus vehículos eléctricos, en un intento por recuperar a los consumidores con híbridos y motores de combustión. Las directrices se mantuvieron, pero quedaron eclipsadas por la preocupación sobre el suministro de chips.

La decisión de Blume de renunciar a su puesto de director ejecutivo de Porsche se produjo después de que los inversores cuestionaran cada vez más su capacidad para dirigir ambas compañías simultáneamente, en un momento de grandes desafíos para ambas.

Volkswagen mantuvo el jueves sus previsiones para el año completo, pero aclaró que estas se basaban en la suposición de un suministro adecuado de chips, insinuando el próximo frente de batalla del fabricante de automóviles, ya que un conflicto comercial con el fabricante de chips holandés Nexperia amenaza con provocar paradas de producción en la industria automotriz.

Antlitz afirmó que Volkswagen estaba trabajando para asegurar la producción ante la escasez de suministros “día a día y semana a semana”.

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