El duelo tras la pérdida de un ser querido es una parte inevitable de la vida y el amor; sin embargo, puede llegar a tener un impacto muy significativo tanto en el bienestar psicológico como en la salud física, e incluso conducirnos, a nuestra vez, hasta la muerte.
Se ha descubierto, por poner sólo un par de ejemplos, que un duelo intenso puede provocar una elevación significativa de la presión arterial aumentando los riesgos de problemas cardiovasculares. Otra investigación encuentra que el duelo por la pérdida de la pareja se relaciona con alteraciones en procesos biológicos asociados con la enfermedad de Alzheimer.
En general, el dolor por la pérdida de un ser querido puede implicar que las personas aumenten la frecuencia de sus visitas a distintos servicios de salud y, en algunos casos, que tengan una mayor tasa de mortalidad a corto plazo. Un estudio en Dinamarca encontró que en esos casos, que no son mayoría, las personas rara vez sobreviven más allá de 10 años después de la pérdida.
Por supuesto que la celebración de ceremonias y rituales ayudan a sobrellevar y hasta a sobreponerse al duelo. Estas acciones, que puede ir desde el Día de Muertos hasta las misas o meditaciones familiares, varían de una cultura a otra, pero en general comparten el carácter grupal.
Sin embargo, se ha visto que en lo individual hay algunas actividades sencillas y cotidianas que pueden ayudar a levantar el ánimo después de una pérdida importante.
Qué hacer y cuándo
De acuerdo con una investigación publicada en la revista Applied Psychology: Health and Well-Being las actividades que podemos hacer de manera cotidiana para sobrellevar el duelo son:
- Completar una tarea
- Dormir lo suficiente
- Comer fuera
- Visitar, llamar o escribir a un amigo
- Pasar tiempo con la familia
Estas actividades fueron beneficiosas para todas las personas que participaron en el estudio, “pero hay ciertos matices no solo en quién se ve más beneficiado, sino también en cuándo (estas actividades) son más poderosas”, dice Shevaun Neupert, líder del equipo de investigación en un comunicado de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
Por ejemplo, “descubrimos que, para las personas que reportaron al menos una pérdida traumática, los estímulos diarios resultaban particularmente útiles en los días en que se sentían subjetivamente mayores”, escribe el equipo en su reporte de investigación.
Agregan que “la distinción entre edad subjetiva y edad cronológica es especialmente importante en lo que respecta a los procesos de estrés diarios”.
Estos hallazgos se mantuvieron independientemente de la edad cronológica de los participantes, pero también del tiempo que había pasado desde la pérdida del ser querido, el nivel socioeconómico y la edad a la que sufrieron su primera pérdida traumática.
“En otras palabras, hay cosas que podemos hacer —accesibles para la mayoría de las personas— para mejorar nuestro estado de ánimo. Y esas cosas pueden ayudarnos más en los días en que más lo necesitamos”, concluye Shevaun Neupert.
Neupert y su equipo aclaran que su investigación puede tener resultados diferentes en distintas culturas y lugares, añaden que sus conclusiones no restan valor a los actos comunitarios y explican que su estudio se realizó con un grupo demográfico en el que las muertes no suelen ser violentas, un tema que hace falta explorar mucho más, señalan.










