La gobernadora Rocío Nahle volvió a recurrir a sus redes sociales para descalificar las críticas por el aumento a su salario propuesto en el Presupuesto de Egresos 2026, acusando a algunos medios de comunicación de realizar una “campaña coordinada” en su contra.

“Nuevamente han soltado el ‘nado sincronizado’ varios medios con un tema sobre el salario de la Gobernadora de Veracruz propuesto para el 2026. Hace 10 años era casi el mismo para el titular Ejecutivo. ¡Son tan obvios!”, escribió Nahle, acompañando su mensaje con una tabla del presupuesto de 2016, cuando Javier Duarte cobraba poco menos de 75 mil pesos mensuales.

El argumento parece buscar respaldo en la memoria selectiva, aunque omite que la realidad económica y el poder adquisitivo de hace una década no son comparables con los de hoy. El punto de la polémica no es si Duarte de Ochoa ganaba más o menos, sino la falta de claridad en la comunicación del propio gobierno sobre un aumento que, según cifras oficiales, rondaría el 25 por ciento, llevándola a percibir alrededor de 84 mil 750 pesos mensuales.

Apenas el lunes, la mandataria había asegurado ante reporteros que desconocía el incremento, calificándolo como un ajuste administrativo general para toda la burocracia. Pero, entre el desconocimiento y la justificación, quedó una sensación incómoda: o no está al tanto del documento que su propio gobierno envía al Congreso, o subestima la reacción ciudadana ante un aumento que contrasta con la precariedad que vive buena parte del aparato estatal.

El contexto político tampoco ayuda. Nahle cumple su primer año al frente del Ejecutivo con un entorno marcado por la confrontación mediática y una creciente percepción de distanciamiento con la sociedad. Los señalamientos por el manejo de los programas sociales y los tropiezos en salud y obra pública han mermado su narrativa de eficiencia. En ese escenario, un tema aparentemente menor —como su salario— se convierte en símbolo de la desconexión entre el discurso de austeridad y las decisiones presupuestales que envía su administración.

Mientras tanto, la narrativa oficial insiste en que se trata de una “distorsión mediática”. Sin embargo, lo que se distorsiona no son los números, sino el discurso de austeridad que tanto presume la administración morenista. Porque en Veracruz, parece que cuando se trata de explicar un aumento al salario de la Gobernadora, la culpa —una vez más— es de los medios.

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