El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), emerge como una compleja y a menudo debilitante condición que va mucho más allá del cansancio habitual. Se trata de una enfermedad neuroinmune crónica que afecta la calidad de vida de millones de personas en el mundo, impidiendo que realicen actividades cotidianas.
La clave de este síndrome radica en su persistencia y en la falta de alivio con el descanso, Sharon Paredes, psicóloga adscrita a la Coordinación Nacional de Salud Mental y Atención Paliativa del ISSSTE; ha señalado que este padecimiento es una enfermedad que afecta diferentes sistemas del cuerpo.
¿Cuáles son los síntomas de la fatiga crónica?
El Síndrome de Fatiga Crónica, presenta una tríada de síntomas cardinales que redefinen el concepto de fatiga y que los pacientes deben presentar para que el experto en salud pueda señalar que sufre de este padecimiento. Los síntomas principales que presentan los pacientes de esta condición son:
- Agotamiento extremo y persistente: Es la manifestación principal. Se describe como una fatiga profunda, severa y de nueva aparición, que dura seis meses o más. No está relacionada con el ejercicio intenso y, crucialmente, no desaparece ni se alivia.
- Malestar Post-Esfuerzo (MPE): Este es el síntoma más característico de la enfermedad y el principal responsable de la incapacidad. Consiste en un empeoramiento dramático de todos los síntomas después de un esfuerzo mínimo, ya sea físico o mental.
- Sueño no reparador: A pesar de la necesidad constante de descansar, el sueño no cumple su función restauradora. El paciente se despierta sintiéndose tan o más agotado que al acostarse, lo que interfiere con los ciclos de sueño normales.
Impacto de la Fatiga Crónica en el día a día
El SFC transforma la vida de quien lo padece en una constante negociación con la energía limitada, el impacto se siente en cada aspecto de la rutina, obligando a una profunda reestructuración de la vida y a una constante negociación con un nivel de energía peligrosamente bajo.
El manejo constante de los niveles de energía conduce al aislamiento social. Para conservar la escasa energía y evitar el MPE, los pacientes deben cancelar compromisos sociales, limitar las interacciones con amigos y familiares, y renunciar a pasatiempos que antes disfrutaban; esta retirada puede tensar las relaciones personales.










