Franco González Aguilar
Aún con el paso del tiempo, conservo una secreta satisfacción por lo conseguido a través de nuestra producción fonográfica. Logramos sacar de los entornos académicos e intelectuales los once poemas incluidos en el disco, que estaban restringidos a un público minoritario. Sé que ha habido voces discordantes, pero pienso que es válido el camino que recorrimos. Creo que es necesario sacar la poesía de los libros, para ponerla en voz de la gente y hacerla actual recorriendo los años. El mundo precisa explicaciones y los poetas saben transmitir ese conocimiento.
Leí algunas críticas al hecho de musicalizar la poesía. Para mí, poner música a un poema, constituye un acto en el que el compositor arrima su subjetividad a la del poeta que escribió los versos en otro tiempo y en otras circunstancias. Significa también, tomar el reto de enlazar la música a la letra de una poesía, con la finalidad de establecer una unidad que trascienda los tiempos. Soy partidario de que una poesía se vuelva canción, siempre y cuando se respete la estructura original del poema, y se tenga el compromiso de conseguir un resultado final en que el texto siga teniendo la fuerza y el valor literario originales.
Siguiendo estos criterios, he dado los primeros pasos para concretar una segunda producción musical que incluya obras de nuevos poetas veracruzanos y que utilice ritmos como el rock, la balada y el jazz. Me inspira el rescate musical de la poesía de Antonio Machado y Miguel Hernández, que hizo Joan Manuel Serrat en España. Me motiva saber que Pablo Neruda soñaba con “llegar a la gente por la vía de la música, por ser ésta un camino directo a su corazón”.
Como asiduo lector de poemas, conozco la obra de casi todos los autores locales. De los que pertenecen a este siglo, admiro a Jorge Cuesta, Rubén Bonifaz Nuño y Neftalí Beltrán. Acariciando la idea de esta producción, he leído mucha de la poesía que aparece en los periódicos y en libros de edición reciente. Así descubrí a poetas que han puesto en alto a las letras veracruzanas y que pese a su juventud, han obtenido premios y reconocimientos nacionales. De ese grupo destacan Francisco Hernández, José Luis Rivas, Jorge Lobillo, Orlando Guillén y Jorge Brash. Algunos poemas escritos por ellos, han sido traducidos a otros idiomas.
Encontré nuevos poetas que han escrito textos prometedores. Entre ellos, Ángel José Fernández, Silvia Tomasa Rivera, Maliyel Beverido, Silvia Sigüenza, Miguel Molina y Francisco Morosini.
La búsqueda de poetas me convirtió en un coleccionista de poemas. Guardo en un librero cerca de quince mil, que he mecanografiado directamente de los libros, periódicos y revistas que me llegan. No hay día en que no revise alguno de ellos, buscando la tonada para convertirlo en canción. Esta actividad se ha convertido en una grata adicción, que suspendo en la madrugada, cuando llegan las primeras luces del día.
Me acerqué a varios promotores culturales con el fin de conseguir el financiamiento necesario para el proyecto. Espero tener mejor suerte y no suceda lo mismo que con el disco de Los Tres de Coatepec, ya que ahora tengo menos recursos como para pensar en hacer la producción por mi cuenta. Al día de hoy, después de dos años de trámites, ninguna institución ha sido capaz de dar el apoyo. No sé cuánto tiempo pueda seguir esperando la respuesta, antes de que desista de la idea. Tampoco descarto empezar a buscar a algún mecenas que aporte los dineros que hagan falta.
Sé que algunos visionarios han dicho que no avanzamos porque vivimos de nuestra historia y nos quedamos en lo viejo. No creo que sea cierto; eso sería como olvidar a los padres, a la tierra o a la patria; o como ignorar nuestra propia identidad cultural. Para mí no son visionarios; están ciegos o tienen vendas en los ojos. Sin raíces seríamos como árboles muertos.
Próxima semana, última entrega…