No se trata de sustituir los viejos discursos por otros llenos de palabras nuevas, brillantes pero vacías. No se trata de hacer declaraciones huecas, alejadas de los problemas reales. Los problemas esperan su solución.

Nada más alejado de lo que se comenta sobre un político de nuestros días: “pero qué bien ha hablado ese hombre”, “y, ¿qué ha dicho, en sustancia?”, “¡ah!, no sé”.

Publicidad