Desde los días en que inventaron la imprenta y el conocimiento se pudo difundir y multiplicar, sabios y maestros han hecho énfasis en la importancia de leer libros. Para no ir tan lejos, Jorge Brash, uno de los grandes poetas que tiene Veracruz, nos ha enseñado mediante su perfeccionada obra, que es más importante leer que escribir.

Por ello, si se tratara de escribir un libro, el que pretenda hacerlo, debería leer una cuantiosa cantidad de volúmenes. O quizá, como bien lo recomendaba el maestro Jorge Luis Borges, hay que releer mucho lo poco que se lee. Bueno, esa es la recomendación de los que saben leer y escriben mejor.

Pero además de los libros, sin lugar a dudas, hay otras cosas que también debemos aprender a leer. Entre ellas, el clima, desde luego, las experiencias de la vida, los rostros y las miradas de la gente, el estado de ánimo y los mensajes silenciosos de la sociedad, y si nos gustan los caminos del poder, también debemos aprender a leer los escenarios políticos.

Anuncios

Y es aquí donde es pertinente hacer un alto y abundar sobre el tema de las lecturas. El tema viene a colación con el desaforado interés o enloquecida pretensión que el alcalde Américo Zúñiga parece tener en trascender hacia posiciones más allá de su posibilidad real. Por ejemplo, ser senador, o por qué no, y emulando a otros ex alcaldes de la capital del estado, candidato a la gubernatura.

Y aquí se observa una equivocada lectura, que por desgracia, lleva a otras lecturas erróneas.

Porque si sólo se tratara de dejar una huella honda en la historia como alcalde, que sería legítimo y plausible, sin duda su actitud sería otra, más generosa con el pueblo que dice representar, o con aquellos que lo llevaron al triunfo hace casi cuatro años.

En efecto, el hecho de buscar con tesón ser senador o candidato a la gubernatura, está obnubilando a Américo. Por insistir en ello, ha descuidado acciones sustantivas y necesarias para la vida pública en Xalapa.

El deseo de ser más de lo que es, hace que Américo piense en que para llegar a esos niveles, los xalapeños debemos aplaudir por ejemplo, varias de las actividades normales de un alcalde.

En el caso de las obras, los xalapeños sabemos perfectamente que en municipios como éste, o como Veracruz, Coatzacoalcos o Boca del Río, los alcaldes tienen grandes programas de obra pública, gracias a los abundantes recursos que la federación les entrega en los distintos fondos que señala la ley de Coordinación Fiscal. Es decir, las obras son resultado de los recursos que generamos los ciudadanos vía impuestos, y no dádivas que los alcaldes entregan a la sociedad, y que como Américo, publicita con exageración, por desgracia, pagada también por el pueblo.

La gente quisiera un alcalde de mejores resultados y no de mayor escenografía, como la que acostumbra Zúñiga Martínez vía circo, festivales de la ocurrencia, y ahora, la reciente modalidad de calles abiertas a la recreación como Murillo Vidal y las otras dos que propone socarronamente.

En otra de sus malas lecturas, piensa que la gente va a acudir a la cultura o a los recorridos peatonales, cuando la familia está sujeta a un alto nivel de inseguridad en calles, centros comerciales y colonias populares, problemas que han aumentado en su gestión de varias maneras: asaltantes y matones en motocicletas, secuestradores de empresarios o de gente común en las salidas de los bancos, y golpeadores de mujeres solas, como ya les ocurrió la semana pasada, antes de las ocho de la noche, a dos mujeres que sólo lo difundieron en redes sociales ante su temor a los “policías”. Una de ellas, atacada en plena calle de Xalapeños Ilustres, y otra en el estacionamiento del centro comercial Superama, a quien dejaron malherida.

Y sólo son dos ejemplos ocurridos en zonas de un supuesto buen nivel económico. Imaginemos entonces lo que está sucediendo en las colonias populares a la gente más necesitada.

Lamentablemente Américo heredó poco de la sapiencia de su señor padre. El alcalde cree que por haber leído dos libros de política, está listo para grandes encomiendas.

Américo debe dejarse de sueños y también abandonar el onanismo. Y antes que nada, dejar de lado aquella fallida lección francesa de “El estado soy yo” y olvidarse de cerrar calles con la consigna “Xalapa soy yo”.

Y sobre todo, ojalá aprendiera a leer bien la necesidad urgente de los xalapeños que piden mayor vigilancia policiaca, rondines en las colonias de las orillas, acciones tipo cuadra o manzana segura, videovigilancia de a de veras, en fin, acciones que busquen una mayor seguridad de la población que clama el buen resguardo en sus bienes y en sus personas.

Esa sería una buena forma de trascender y de mejorar la percepción ciudadana sobre su gestión, que no se modificará jamás, si continúa con el errado accionar de su grupo de aduladores incrustados en las nóminas municipales y metidos a políticos de redes sociales y de relaciones públicas, haciéndole al comunity manager de rancho, o con actitudes de pandilla o de juniors irresponsables.

Publicidad