Por quién votar para presidente municipal. Es la pregunta que nos estamos haciendo los ciudadanos veracruzanos antes de llegar a la casilla electoral que nos corresponde, el próximo domingo 4 de junio.
Si apelamos a lo que dicen los líderes de las instituciones de toda índole y color político, y a la sabiduría de los ideólogos, politólogos, analistas y columnistas de los medios de comunicación, en el imaginario colectivo aparecen tres opciones: la primera y más obvia, votar por quien nos parezca el mejor candidato; la segunda, hacer gala de nuestro derecho a ser renuentes y abstenernos de ejercer el voto. Y la tercera, que algunos impulsan últimamente, depositar en la urna un voto nulo, es decir, cruzándolo con el marcador e inutilizándolo en cualquier sentido antes de meterlo en ella.
Sin embargo, creemos que la mejor opción es la de emitir el sufragio por el mejor candidato o el menos peor, como dijeran algunos.
Porqué lo decimos. Para empezar, tenemos que reconocer que el ser humano es imperfecto, situación reconocida por filósofos, antropólogos, sociólogos, y en general, por todas las ramas de la ciencia. No existe el ser humano perfecto. Luego entonces, no esperemos que un candidato, aunque se nos venda como una persona llena de virtudes, llegue a la condición de perfecto.
Ese candidato ni existe ni existirá. Pero sí encontraremos en nuestro municipio, y de acuerdo a nuestro parecer, al mejor candidato entre todos los contendientes. Consideremos también que, desde hace algunas elecciones, la población no vota por el partido, sino más bien, por el candidato. Con este antecedente, vale la propuesta de acudir a votar por el mejor de ellos.
La segunda opción, la de la abstención, no es recomendable. Dejar de ejercer el voto no es ético, no es moral, ni es conveniente para la democracia. Cómo exigir resultados al gobernante, si no estamos dispuestos a hacer valer el derecho a votar ni a cumplir con lo que nos impone la buena convivencia social y la Constitución mexicana.
La tercera alternativa, más bien parece una estrategia para desalentar la participación y favorecer a oscuros intereses. Suena a manipulación vil, a un mecanismo desesperado, cuando el del poder intuye que el voto irá por rumbos que no convienen.
Palabras Claras considera que el camino más progresista es el de elegir a quien nos parezca el mejor candidato entre todos aquellos que están en el abanico de opciones y propuestas.
No hay ser humano perfecto, como no hay candidato perfecto, como no hay partido político perfecto. Pero es una realidad que la suma de voluntades servirá para exigir mejores resultados; para hacer perfectible al candidato ganador, al que resulte beneficiado por los votos.
Por ello, salir a votar el próximo domingo es la mejor opción. El abstencionismo sólo favorecerá a los partidos políticos con mayor estructura. La participación ciudadana es un arma civilizada y exige al ciudadano actuar con absoluta responsabilidad.
Aunque suena a utopía, para eso es la democracia.



