Jaime Sabines es uno de los poetas más reconocidos de México. Su poesía, casi hipnótica, está impregnada de amor, desamor, muerte, duelo y soledad.
Sus letras nos llevaron a crear las imágenes que, hasta el día de hoy, hemos dedicado a cada etapa de la vida: un amor imposible, a reconocer a los amorosos, que son quienes andan como locos y se entregan. Sus letras también nos enseñan a poder curarnos del ser amado, a amar en una semana y entregarlo todo o que, incluso la eternidad se termina.
Sabines nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926, tras sus primeros estudios, que realizó en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, se trasladó a Ciudad de México e ingresó en la Escuela Nacional de Medicina (1945), donde permaneció tres años antes de abandonar la carrera.
Como escritor fue muy productivo; si bien difundió su poesía desde los 18 años, con Horal, su primer poemario, comenzó en 1950 una serie de publicaciones que culminaría pocos años antes de su muerte.
En 1952 regresó a Chiapas; residió allí durante siete años, el primero de ellos consagrado a la política y los demás trabajando como vendedor de telas y confecciones. En 1959, tras conseguir el premio literario que otorgaba el Estado, Sabines comenzó a cultivar seriamente la literatura.
El poeta chiapaneco reconoció la importancia del estudio técnico para su evolución como escritor, para encontrar su propia personalidad, sin dejar de inspirarse en Neruda o Lorca, entre sus otras fuertes influencias. Su amor por su padre quedó plasmado en un poema que el mismo autor consideró su mejor obra, “Algo sobre la muerte del mayor Sabines”.
Con un estilo que no teme la vulgaridad ni rechaza las tradiciones, la sabrosa y cordial poesía de Sabines puede también tomar un mayor vuelo, como se puso de manifiesto en el ambicioso proyecto Algo sobre la muerte del mayor Sabines (1973), un poema casi narrativo en el que el padre del poeta se constituye en protagonista del mundo y de la vida. Vinieron luego Nuevo recuento de poemas (1977), otro volumen antológico que recoge el material anterior, y Poemas sueltos (1983). Todos estos textos, así como una segunda parte de Algo sobre la muerte del mayor Sabines, fueron recogidos en la edición de 1987 de Nuevo recuento.
Su obra, que fue traducida a varias lenguas, fue galardonada con varios premios como el de literatura otorgado por el gobierno del Estado de Chiapas (1959), el Xavier Villaurrutia, instituido en honor del gran escritor mexicano (1972) y el Elías Sourasky de 1982. En 1983 recibió el Premio Nacional de las Letras. Sus últimos años estuvieron marcados por una larga lucha contra el cáncer.