Un artista que no es un activista es un artista muerto, afirmó en una entrevista con EFE Ai Weiwei, que, aunque ha encontrado un lugar apacible donde vivir en Portugal, aseguró que es imposible que un creador se sienta “totalmente libre” en un sitio específico.
Ai (nacido en Pekín, 1957) es conocido por su arte contemporáneo altamente crítico con el régimen chino, dos facetas que para él son inseparables: “Son lo mismo. Artista y activista deberían ser lo mismo”, razonó.
Exiliado en 2015, pasó por varios países europeos hasta que hace cuatro años compró una casa en el campo en Montemor-o-Novo, en el Alentejo portugués, atraído por la población local y por el clima, parecido al de la región de China donde creció.
Entre olivos y en compañía de varios rafeiros alentejanos, una raza de perro típica de la región, está terminando de construir un nuevo taller, un enorme edificio de madera y ladrillo con el que no tiene pensado hacer nada.
“El edificio que he construido en Montemor va a ser un edificio vacío, porque el vacío también es el significado. Y yo soy un hombre muy vacío, así que es un edificio perfecto para mí”, explicó.
Vacías están también algunas paredes de su casa en el Alentejo, donde no ha colocado ninguna de sus obras; en su habitación cuelgan todavía los cuadros que puso el anterior dueño, uno de ellos incluso tiene una imagen de Buda.
¿Qué quiere hacer con su arte? “Mi arte no sirve para nada, de hecho. No tiene realmente un objetivo claro. Pero es una buena idea”, reconoció el artista, que pasó 81 días en prisión en China hace más de una década y, cuando pudo recuperar su pasaporte, se mudó a Europa.
Pero en Occidente, defendió, también existe una “fuerte censura”.
El propio Ai Weiwei denunció hace meses que fue censurado en al menos cuatro galerías en París y Londres tras una publicación en la red social X en la que criticaba la alianza entre Estados Unidos e Israel.
Para él, el ejemplo más claro de esa “censura” es el del fundador de Wikileaks, Julian Assange, que se encuentra en prisión en Londres desde 2019 y podría enfrentar una pena de 175 años de cárcel en Estados Unidos.
“¿Qué pasa con la libertad de expresión? ¿Qué pasa con la libertad de prensa? Creo que esto es un caso muy claro. Mientras no se libere a Julian Assange, hablar sobre libertad de expresión es un chiste”, denunció.
Y añadió que en Europa, aunque se vive en condiciones “mucho mejores”, también hay “hipocresía”.
“Todavía se rechaza a los refugiados y a la gente que intenta llegar a Europa. Y todavía son abandonados. Siempre tenemos esta doble vara de medir, y eso normalmente se llama hipocresía”, aseveró.
Ai Weiwei nunca ha estado en un sitio que pueda llamar hogar, “ni siquiera China”, pero en Portugal ha encontrado un sitio donde vivir, al menos por el momento.
Cuestionado sobre si en tierras lusas se siente “totalmente libre” para hacer su arte, su respuesta fue tajante: “Nadie puede ser totalmente libre para hacer arte en ningún sitio. Eso no existe”.
“El arte que puede ser totalmente libre no es arte. El arte tiene que encontrar sus propios obstáculos, y siempre que estés intentando descubrir algo nuevo, algo imposible, no puedes ser totalmente libre. En ningún sitio del mundo”, dijo.
Portugal también se ha convertido en la casa de muchas de sus exposiciones, la última “Paradigma”, que abre sus puertas este miércoles en la Galería São Roque Too de Lisboa, donde permanecerá hasta el 31 de julio.
La muestra consta de 17 obras de arte, entre las que se incluyen retratos hechos con piezas Lego y muchas esculturas en porcelana, que evocan también la tradición que este material tiene en Portugal.
Ai no tiene “ni idea” de si su nueva casa tiene algún impacto en su arte, por eso está haciendo exposiciones e intentando “establecer algún tipo de comunicación con la gente local”.
Lo que sí ha aprendido en Portugal, especialmente con todo el proceso para construir su nuevo taller, es a ser paciente, confesó: “Tienes que tener mucha paciencia”.
EFE