La austriaca Hilde Berger, autora del guion y escritora del libro en el que se basa la película “Alma & Oskar ” (“Alma Mahler, la pasión”, 2022), asegura que no puede nombrar a ninguna mujer que haya sido tan libre como lo fue a principios del siglo XX la viuda del compositor y director de orquesta vienés Gustav Mahler.

“No hablo de entonces, apunta Berger, no sabría encontrar hoy día un ejemplo de mujer tan libre como lo fue Alma Mahler”, afirma en una entrevista con EFE.

Tanto Hilde, como su compañero, el actor y director Dieter Berner, para quien escribió la mayoría de los guiones de sus películas, hablan de esta película de época, que se estrena este viernes en España y en la que sorprende la moderna actitud ante de la vida de una mujer de principios del siglo XX, cuando la mayoría de los artistas eran hombres, y machistas.

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“Ella toma una decisión -explica el director austriaco-: no rendirse. A ella no le importan las convenciones sociales y, aunque está casada con un hombre muy famoso y se supone que está obligada a seguir las reglas, no lo hace”.

Este detalle de la vida de la compositora fue el que enamoró a la pareja de cineastas. Había mucho escrito sobre esta mujer, pero no se había profundizado en una de sus relaciones más ‘explosivas’, la que mantuvo con el joven Oskar Kokoschka que inició casi al tiempo que enviudaba y aunque ya mantenía otra historia extramatrimonial con el entonces joven arquitecto Walter Gropius.

“Alma tenía dinero, provenía además de una familia de artistas y creció rodeada de personas muy interesantes. Desde que era pequeña, ese entorno la respetó y ella se daba cuenta de que era escuchada: aquella gente tan culta no la obviaba por ser mujer. Así que fue una mujer emancipada en una época en la que eso no era nada habitual”, apunta Berger.

La cinta se engancha a la vida de Alma Mahler (brillante Emily Cox) en la primavera de 1912, cuando esta mujer de apenas 30 años (más de veinte más joven que su esposo), enviuda de Gustav Mahler.

Es una gran dama de la sociedad de Viena y se relaciona con todo tipo de artistas; en aquel momento, brilla el talento de un ‘enfant terrible’ de la escena artística, Oskar Kokoschka (interpretado por Valentin Postlmayr), pintor, dramaturgo y ‘perfomance’, que cae fulminado ante Alma.

Kokoschka hace también máscaras mortuorias, y Alma le encarga la de su marido muerto. Inician así un romance en el que ella se niega a ser sólo la ‘musa’.

La película muestra cómo la atracción que Alma sentía por el arte iba asociada al deseo que sentía por los artistas: con todos y cada uno mantuvo relaciones sexuales ya que para ella, explica Berger, “el componente físico e intelectual se fusionaba en una unidad indisoluble”.

“Pero ella no quería ser la esclava de ningún hombre, por eso decidía cuándo empezaban y cuando terminaban sus relaciones. Buscaba su satisfacción sexual, quería tener su propia sexualidad, dirigir, mandar. Los hombres con los que se relacionaba eran cada vez más jóvenes. Mahler era 20 años mayor, pero Kokoschka era seis más joven”, apunta la escritora y guionista.

Mientras sus amantes (entre los que se cuentan el pintor Gustav Klimt o el escritor Franz Werfel, además de Gropius y Kokoschka) “equiparan el amor con la propiedad y, por supuesto, están convencidos de que la creatividad y el éxito es cosa de hombres, ella acaba seduciéndolos a todos e inspirando su vida, su obra y, “lo que es más interesante -considera Berger-, sus finanzas”.

“Tenía muy buen ojo para los negocios; por ejemplo, ella fue quien propuso vender libros en las estaciones de tren. Y también la que logró que los cuadros de Kokoschka se exhibieran en exposiciones, y se vendieran”, recuerda Berner.

Exquisitamente ambientada, “Alma Mahler, la pasión” muestra la vida vienesa anterior a la Primera Guerra Mundial; un antes y un después, aseguran los cineastas, que se perdió para siempre con el conflicto.

“En Viena importaba que fueras una persona cultivada; después, todo eso se perdió”, se lamenta Berner.

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