“Casi nunca he planeado qué es lo que voy a hacer. De alguna manera, las piezas que hago surgen después de haber terminado alguna otra cosa, por la inquietud de dar continuidad a esas ideas o ver cómo me sorprende la vida”, aclara Arnaldo Coen cuando comenzamos a conversar sobre sus motivaciones creativas, mientras la luz natural que atraviesa el corazón de su estudio ilumina una serie de cuadros con distintos rasgos.

Entre esos cuadros destaca una representación en gran formato de Emiliano Zapata, un símbolo dinámico y significativo en la obra de quien es reconocido como uno de los artistas mexicanos más integrales en la historia contemporánea del arte.

“Fue una experiencia que nació cuando estaba en África haciendo el proyecto de la nueva Capital de Tanzania. Me llevé el libro Zapata y la Revolución Mexicana, de John Womack Jr., y leerlo me influyó muchísimo por la manera en la que [el autor] estudió al personaje”, comenta, haciendo alusión a un ícono, cuya acepción suele transfigurar una y otra vez, ya sea, por medio de una de sus técnicas favoritas, como lo es el collage, o pintándolo a escala real.

Parte de ese trabajo fue expuesto en 2023, dentro de la antología “Arnoldo Coen. Reflejo de lo invisible” con la que el Museo de Arte Moderno (MAM) celebró 60 años de trayectoria del artista. Para él, es satisfactorio recordar la interacción que tuvo con el público en ese espacio. “Me sorprendió, sobre todo, el entusiasmo de los jóvenes que no habían sido becarios míos, pero que vieron mi obra y sintieron la necesidad de expresarse con sus propuestas de cuerpos pintados”, narra, refiriéndose al concurso “Pintura en Movimiento”, donde, además de ser jurado, acompañó a los participantes realizando body painting, como lo hizo en los años 70 para la “Danza Hebdomadaria” o “Prometeo Espectáculo Pop”.

La obra de Coen ha participado en eventos que desafiaron cánones y marcaron los rumbos de las artes visuales a partir de la segunda mitad del siglo XX. Aunque para muchos el artista es parte de la denominada Generación de la Ruptura, él objeta esa idea: “Siempre he pensado que la historia del arte es una transición”.

SENSIBILIZACIÓN

Interactuar con las nuevas generaciones de artistas es, para el maestro (con todas sus letras), un compromiso capital para que éstas encuentren en las emociones una manera de convertirse en realizadores completos, conocedores de sus procesos. Él mismo fue influido, en su juventud, por estudiosos de diferentes disciplinas y sabe el poder que tienen las sensaciones en el descubrimiento artístico, en la ejecución de una composición visual.

El diseñador estadounidense Gordon Jones, fundador del Instituto Fresnos de Artes Publicitarias, donde comenzó sus estudios, durante una práctica de dibujo lo motivó a desarrollar su capacidad de entender las sensaciones, capturarlas en la memoria y plasmarlas en el papel.

“Me subió a la plataforma y me dijo: ‘Imagina que vas a empezar el dibujo en la parte más alta y vas a trazar una línea’. Así me hizo recorrer el cuerpo de la modelo desnuda con la mirada. ‘Ahora dibuja, no lo que estás viendo, sino lo que sentiste’. Fue un momento de sensibilización muy importante para mí”, relata, mostrándonos una pieza abstracta en negro, blanco y dorado que hizo partiendo de esa premisa y profundizando en la técnica kintsugi.

Esa técnica centenaria de origen japonés se utiliza para reconstruir la cerámica rota con una resina mezclada con polvo de oro. Pero igualmente es una filosofía de vida que enaltece las fracturas, en vez de tratar de ocultarlas. Coen lo interpreta de la siguiente manera: “Con esa restauración, las cosas (o el ser) se expande hacia algo nuevo; no vuelve a su estado anterior, pues se enriquece”.

Piezas de esta serie, retratos de Zapata en estados deconstructivos y pinturas en expansión, se presentaron en una sucesión de exposiciones cápsula en la Galería Manifiesto (entre octubre de 2023 y enero de 2024). Se trató de un hecho sin precedentes en la ciudad de Guadalajara, no sólo porque fue la primera vez que el recinto, en alianza con la LS/Galería, acogió la obra de Arnoldo Coen, sino que lo hizo en diálogo con obras de Rafael Cauduro e Ismael Vargas.

“Es bueno saber que se están abriendo espacios para exponer. Hay una apertura de la nostalgia y es interesante ver cómo comulga con la actualidad. Cada espacio tiene una manera de expresar algo nuevo”, dice el maestro, para quien el arte es un despertar a diversas reflexiones.

Cada obra es una ventana a la mente y al corazón de Arnaldo Coen; un constante recordatorio de cómo cada momento de creación es una oportunidad para disfrutar de la libertad de expresión y de ser quien realmente es. “Cada una [de las piezas] me enseña algo; cada una es una experiencia”, asegura. En el fondo, artista y obra derivan en una relación simbiótica.

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