La historia comenzó a escribirse hace una década, como parte de las actividades del noveno Congreso Mundial de Tierras Silvestres (wild 9) en noviembre de 2009, cuando un grupo de artistas, fotógrafos y modelos, bajo la dirección de Patricio Robles Gil, se reunió en una hacienda al sur de Mérida, Yucatán, para participar en un ejercicio de pintura corporal, definida en aquel momento como “sin precedentes”.

“La convocatoria tenía que situarse por arriba y tocar una fibra sensible vinculada con la naturaleza. Patricio logró eso y si repasas las páginas del libro, te darás cuenta que el señor Eros camina, pero no ocupa un lugar preponderante: no se trata de un libro erótico, belleza y fealdad del cuerpo tampoco predominan”, en palabras de Federico Reyes Heroles.

El volumen al que se refiere el escritor lleva por título Cuerpos pintados. Rituales de lo salvaje (Océano, 2019), en el cual se registra un ejercicio creativo que se desarrolló en aquel congreso, como una manera de acercarnos a la naturaleza, pero también de reflexionar en torno a la vigencia de los rituales en los pueblos contemporáneos.

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“El congreso, en ediciones anteriores, le había apostado mucho a seducir a través del arte, uno de los temas que a mí me apasiona. Quise darle un componente importante de manifestaciones artísticas; incluso, desde África vino la figura de un elefante de tamaño natural elaborado con llantas de coche, también hicimos unos 20 jaguares de fibra de vidrio, pintados por niños con capacidades diferentes”, explica Patricio Robles Gil, impulsor no solo del proyecto artístico, sino del encuentro en general.

Patricio había dedicado dos décadas de trabajo al conservacionismo, a la protección de la flora y la fauna, pero se sentía un poco frustrado por los resultados, de ahí su interés porque se realizara en México el Congreso Mundial de Tierras Silvestres, siempre con un lado artístico para propiciar una reflexión acerca de la problemática que se vive en todo el mundo.

“Dejé de ser conservacionista por esta frustración y empecé a desarrollar una serie de obras de arte, entre fotografía, pintura o instalaciones, a la que llamo Los rituales de la extinción: el arte tiene esa bondad de provocar, de hacer que la gente lo vea de otra manera. La fotografía es arte, pero la banalizamos mucho a través de los celulares”, agregó el artista.

TOCAR FIBRAS SENSIBLES

El libro cuenta la historia de aquel ejercicio de body painting y performance, no solo a través de las fotografías que lo conforman, sino del texto introductorio del mismo Patricio Robles Gil y del escrito de Federico Reyes Heroles, quien se dio a la tarea no solo de rememorar aquel momento, sino de buscar la reflexión con el tiempo que vivimos.

“Un verdadero artista siempre está en un periodo de búsqueda, está rompiendo fronteras, tratando de abrir nuevos caminos y el body painting tuvo la magia de que reinara un cierto misticismo, que la idea original del ritual reviviera lo que tiene que ver con los cazadores, con la fogata, con los rituales de guerra o los rituales de amor, de justicia”, resaltó Reyes Heroles.

Diez años después de esa historia, el escritor y ensayista tiene más optimismo, porque las nuevas generaciones están más abiertas a ver qué se puede hacer por el medio ambiente y los cambios para proteger el entorno se están produciendo dentro de los hogares.

“Yo sí creo en una máxima de John Locke”, recuerda Federico Reyes Heroles: “gobernar auténticamente supone cambiar costumbres y si el libro logra compartir el hecho de que el cuerpo puede servir para una causa superior, más allá de la privacía o de los cánones tradicionales, para ayudarnos en el medio ambiente, ya se logró el objetivo”.

La elaboración de Cuerpos pintados. Rituales de lo salvaje fue resultado de una conjunción de esfuerzos: no solo de Editorial Océano, sino de las asociaciones Unidos para la Conservación o Wild Foundation, además de la revista Este País.

Y ADEMÁS

EJERCICIO INÉDITO CON MODELOS DE A PIE

Para el ejercicio artístico realizado en Mérida, en 2009, se trabajó con imágenes creadas por artistas como Carmen Parra, María Sada o Fernando González Gortázar, siendo los y las modelos gente de a pie, no eran profesionales, a lo que habría que sumar las imágenes de fotógrafos como Michael Nick Nichols, Thomas D. Mangelsen o Jack Dykinga. Todo el conjunto, sin olvidar el texto de Federico Reyes Heroles, que vuelve a salir, una década después, para un ejercicio estético y de reflexión sobre los problemas del planeta.

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