En Estados Unidos hay cada vez más mujeres que se identifican como brujas, y también más hombres entregados a la misma fe, los wiccans. Y con la popularidad que la práctica viene ganando entre los millenials, sus filas habrían llegado a superar a las de los presbiterianos.
Su dogma es la Wicca, la religión moderna que hunde sus raíces en el paganismo pre cristiano, y que los británicos Gerald Gardner y Doreen Valiente empezaron a popularizar en Gran Bretaña a mediados del siglo pasado.
En 1990 había en Estados Unidos cerca de 8.000 “wiccans”, entre mujeres y hombres, pero en 2008 la cifra había llegado a 340.000, de acuerdo con tres grandes sondeos que hizo entre esos años el Trinity College, de Connecticut, y que cita en un artículo reciente la revista digital Quartz.
El Pew Research Center (Centro de Investigaciones Pew) le hizo un seguimiento a esa investigación en 2014, y determinó que un 0,4 por ciento de los estadounidenses se declaraban seguidores de la Wicca, lo que sumaría hasta cerca de millón y medio. De ser así, ya superaban a los presbiterianos, que eran 1,4 millones.
Que haya cada vez más brujas y wiccans salidos de los millenials se debe en parte al vacío dejado por las bajas en las filas del cristianismo, y en parte a la forma en que la práctica suele presentarse a los jóvenes.
“Es la vía espiritual para ponerte en contacto con la divinidad que hay en ti, en los demás y en el mundo”, dicen mensajes proselitistas que circulan en Youtube y en redes sociales. Tampoco tienen una autoridad institucional que exija sumisión, y eso deja cierto margen de libre albedrío.
Según The Christian Post, también se debe a que la práctica de la hechicería suele asociarse menos ahora con la presencia del Diablo y más con el librepensamiento y con una mejor comprensión de la Tierra y de la Naturaleza como fuentes de equilibrio espiritual.
Otra encuesta del Pew Research Center indicaba que la cifra de adultos de entre 18 y 29 años que nunca había dudado de la existencia de Dios cayó de 81 por ciento en 2007 a 67 por ciento en 2012.
Además, dice Quartz, que las brujas hayan sufrido la persecución en el Medioevo y que la palabra “bruja” haya sido tan usada para calumniar, asocia la práctica con una actitud de desafío que le da un atractivo adicional para los jóvenes.
“La hechicería es la práctica perfecta para los millenials liberales que ya se han entregado al yoga y la meditación, la concientización y la espiritualidad new age”, dice Quartz. “Con esas fundaciones, pueden ponerse de acuerdo para reunirse en vacaciones paganas o encuentros de luna nueva, o empezar a explorar los conceptos espirituales más serios que están en las raíces de esta práctica”.
Y hay una vertiente de la hechicería que parece estar políticamente motivada.
El 23 de mayo de 2017, pocos meses después que Donald Trump tomara posesión como nuevo presidente, la autora Diana Wagman, que no oculta su devoción por la brujería, publicó en el diario Los Angeles Times una columna en la cual reportaba haberse unido a “miles de brujas, creyentes y personas como yo en todo el mundo” que la noche de cuarto menguante del mes anterior le hicieron un hechizo al Presidente “y a todos los que lo incitan”.
“No estaba destinado a lastimarlo físicamente, era sólo para evitar que tuviera éxito en sus tareas”, escribió Wagman. “Ahora se queja de que es víctima de una cacería de brujas, así que tal vez el hechizo esté funcionando”. O no.
Tienen incluso un sitio en Facebook, en el cual anuncian una convocatoria a otro hechizo, esta vez el próximo 4 de diciembre. será cuestión de tiempo ver qué resultado obtienen.