El año es 1968 y el descontento social cuece en París el caldo de una revolución que marcaría la historia y tendría eco en varias partes del mundo, incluso en México.
Sin WhatsApp, Twitter, Instagram, es con carteles pegados en los muros que los manifestantes expresan sus quejas, reivindican sus ideales y convocan las masas a salir a las calles en aquel mayo de 1968, como quedó conocido el período de las mayores huelgas generales de la historia francesa.
En el 50 aniversario del movimiento contestatario, el Museo de Artes Modernas de Bruselas (MIMA) recuerda con la exposición “Get Up! Stand Up! – changing the world with posters” (Despierta! Levanta!- Cambiando el mundo con carteles, en inglés) la importancia de aquellos carteles, piezas de artes consideradas como percusores de las redes sociales de hoy.
“Las redes sociales hicieron renacer la contestación popular, como los carteles en el final de los años 60. La sociedad ha evolucionado, pero los problemas continúan los mismos: ecología, derechos de las minorías, paz, trabajo, feminismo”, nota el comisario de la muestra, Michaël Lellouche.
Los más de 450 carteles expuestos en el MIMA son parte de la colección privada de mil 200 piezas que mantiene ese escritor y escenarista francés, que empezó a coleccionarlos hace unos 20 años.
Muchos de ellos fueron producidos por los alumnos de la Escuela de Bellas Artes de París en apoyo al movimiento estudiantil de mayo de 68 utilizando un método novedoso en la época, la serigrafía.
“Eso permite imprimir carteles por centenares sin grandes medios financieros. Hubo entonces una explosión de carteles que contaminó Estados Unidos, pero también Checoslovaquia, muchísimos países”, explica.
Además del aspecto estético, a Lellouche le encanta también la fuerza política que encierran esos trozos de papel pintados con lemas.
“El cartel puede tener una influencia sobre la opinión pública. Primero porque un periódico se tiene que comprar, con el radio hay que oírlo, con la televisión hay que mirarla. Pero un cartel, todos somos transeúntes en las calles, él se impone a uno”, observa.
“Mayo de 68 no duró más que unos 50 días. De los carteles hablamos aún 50 años más tarde. Osea, son transmisores de un mensaje que se inscribe en el tiempo de manera mucho más durable que los mismo eventos”, incide el comisario de la muestra, que profundiza en el tema con su libro “Protest”.
Testigos de una época, las piezas de la colección de Lellouche sirven de soporte para revisitar los principales movimientos contestatarios que sacudieron el mundo entre 1968 y 1973.
Más allá de mayo de 68, los muros del MIMA recuerdan así las virulentas protestas del Partido Pantera Negra (en inglés Black Panther Party) contra la brutalidad policial contra los negros, en Estados Unidos, los clamores feministas por el derecho a abortar, el hartazgo de la sociedad estadunidense con la guerra de Vietnam, la masacre de estudiantes en México.
Procedentes de más de 30 países repartidos entre los cinco continentes, los carteles expuestos incluyen principalmente quejas por mejores salarios y condiciones laborales en varios idiomas, un tema que no sale de actualidad.
“Get Up! Stand Up!” permanece en el MIMA hasta el próximo 30 de septiembre.