Este lunes se cumple el centenario del nacimiento de Carmen Martín Gaite, que ha venido precedido de un año de celebraciones, reediciones y homenajes a una de las mejores escritoras españolas del siglo pasado, que tendrá como guinda final una gran exposición conmemorativa en la Biblioteca Nacional de España.

Nacida en 1925 en Salamanca (oeste de España), fue la primera mujer en lograr el Premio Nacional de Literatura en España en 1978 con su novela ‘El cuarto de atrás’, donde hacía un repaso de la situación de la mujer durante la dictadura franquista (1939-1975).

También fue galardonada con el Premio Nadal de Novela, uno de los más prestigiosos de España, por su obra ‘Entre visillos’ (1957).

Ahora, la Biblioteca Nacional española acoge una gran exposición conmemorativa de su vida y obra a través de fotografías, manuscritos, cuadernos, cartas, ‘collages’ y objetos personales que muestran los grandes hitos de su carrera y que se inaugura el próximo 18 de diciembre.

El recorrido arrancará en su infancia y se detendrá en episodios como su matrimonio con el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, el Premio Nadal, su paso por Estados Unidos, el duelo tras la muerte de su hija y los reconocimientos públicos en el último decenio de su vida son otras de esas etapas.

La exposición de la Biblioteca Nacional será el punto final de un año de celebraciones, marcado por la reedición de muchas de sus obras, adaptaciones teatrales de sus libros y homenajes en las ferias del libro de Madrid, Guadalajara y Nueva York.

Entre las reediciones de sus obras, destacan una versión de ‘Caperucita en Manhattan’ en novela gráfica y una nueva edición de ‘Visión de Nueva York’, una colección de ‘collages’ sobre su paso por la Gran Manzana.

‘Caperucita en Manhattan’, una de sus obras más reconocidas, es un relato de crecimiento escrito tras la muerte de su hija Marta a los 28 años, por una neumonía, consecuencia del sida.

Y como parte de este año “gaiteano”, otra exposición en la Casa del Lector de Madrid permitió conocer la faceta más experimental, lúdica y vanguardista de la escritora a partir de esos ‘collages’ neoyorquinos.

Nueva York, con la que quedó fascinada tras su primera visita fue, según su biógrafo, José Teruel, decisiva en la visión que adoptó de sí misma como artista singular y le ayudó a “autoafirmarse entre los grandes iconos masculinos de su generación”.

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