El estudio histórico de las pandemias demuestra que, en relación con el Covid-19, al igual que en el pasado, el manejo de cifras absolutas de decesos es un tema que puede ser utilizado políticamente, para alabar o denostar las acciones de los gobiernos.

Así lo explicó la historiadora América Molina del Villar quien participó este jueves en la segunda sesión del ciclo de conferencias “Epidemias, pandemias y Covid-10 desde la historia” que organiza el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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La especialista detalló que conocer el número exacto de personas fallecidas por coronavirus “es un problema generalizado, ningún país del mundo tiene una imagen exacta debido a que muchas personas han muerto en sus casas y no acudieron a los hospitales, lo cual dificulta el registro”.

En su intervención, reiteró que el subregistro y la veracidad de las cifras son preocupaciones recurrentes en toda crisis sanitaria, “sobre todo cuando se trata de fenómenos de grandes repercusiones sociales y económicas”.

“Como argumento para evaluar el éxito de una estrategia gubernamental de control y mitigación siempre se recurre a relacionar las cifras oficiales de muertos y enfermos. En el pasado fue muy común que existiera un subregistro, por ejemplo de mortalidad infantil durante la época de la Colonia e incluso en las primeras décadas del siglo XX, hasta antes de las campañas nacionales de vacunación”.

Las cifras, continuó, siempre han sido motivo de debates o incluso de leyendas negras, por ejemplo en torno al impacto de la Conquista, pues mientras hay historiadores que dicen que en 1519 en el centro de México había 25.2 millones de habitantes y que en 1605 la población cayó a un millón 75 mil, investigadores más conservadores afirman que en realidad en 1519 había 4.5 millones personas y que en 1600 el número era de 3.5 millones.

“No se trata de caer en una guerra de cifras sino de reparar en el tipo de fuentes que tienen a la mano los historiadores para llegar a esos cálculos macrodemográficos”, apuntó la historiadora quien reconoció que hay ciertas similitudes entre epidemias pasadas con el momento actual en cuanto al uso y manejo de estadísticas, por ejemplo, con respecto a las comorbilidades, condiciones sanitarias y pobreza.

Molina narró que en los primero años del siglo XX, además de epidemias y conflictos armados, “un periodo verdaderamente aciago”, los historiadores observan que un porcentaje muy bajo de la población acudió a los hospitales.

“Pero entre 1915 y 1916 el gobierno de Venustiano Carranza llevó a cabo una campaña enérgica contra la epidemia de tifo y se ordenó el traslado forzoso de enfermos infecto-contangiosos, tanto de tifo como de viruela, a los hospitales, con ciertos tintes de discriminación y control.

“Esta política llevó a que hoy tengamos un padrón de enfermos de esa época donde se observa en qué momento llegaron y como se comportó la epidemia.

“Sin embargo, ya para 1918, con la influenza, muy pocas personas acudieron a los hospitales y no se observa esta política de traslado forzoso. Todo ello da como resultado que, hasta el momento y aunque parezca increíble, sigue siendo una incógnita el número de personas que fallecieron por influenza en esos años”, concluyó la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).

La próxima conferencia se realizará el jueves 17 de septiembre con la participación de la historiadora Karina Ramacciotti quien abordará el tema de los cuidados en tiempos de pandemia. Las charlas se transmiten a las 11 horas través del canal de YouTube del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

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