Pionero y uno de los principales investigadores a nivel mundial, Mario Molina es un destacado ingeniero químico que recibió el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre la química atmosférica y la desintegración de la capa de ozono.
José Mario Molina-Pasquel y Henríquez nació en la Ciudad de México el 19 de marzo de 1943. Estudió ingeniería química en la Universidad Nacional Autónoma de México, cuenta con un Posgrado en la Universidad de Friburgo en cinética de polimerización y además, con un Doctorado en fisicoquímica en la Universidad de California en Berkeley.
A la edad de 11 años, sus padres lo enviaron a estudiar a Suiza, en el Institut auf dem Rosenberg. De hecho, desde antes de entrar a la secundaria ya dejaba ver su gusto por la ciencia.
De 1960 a 1965 cursa a la Universidad Nacional Autónoma de México en la licenciatura de ingeniería química. Posteriormente, en 1967 realiza estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, y cinco años después recibe un doctorado en Fisicoquímica de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos.
En 1973, en California trabaja con el profesor de química estadunidense Frank Sherwood Rowland sobre temas de la química atmosférica y un año más tarde, publica un artículo en la revista “Nature”, en el que explicaba que gases clorofluorocarbonos (CFC), usados en la industria de aerosoles y refrigeración, pueden desintegrar la capa de ozono.
En 1975, se integra al cuerpo de profesores de la Universidad de California, donde estableció un programa independiente de investigación sobre las propiedades químicas de compuestos de importancia atmosférica.
Tres años después, en 1978, es reconocido como Profesor Distinguido de la Fundación Camile and Henry Dreyfus.
En 1982, se desempeña como Profesor en el Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California (CALTECH).
Hacia 1985, su equipo de investigación de dicho laboratorio, investiga la química peculiar propiciada por las nubes estratosféricas polares, algunas de las cuales están formadas de cristales de hielo y pudo demostrar que las reacciones de activación por cloro ocurren con más eficiencia en presencia de hielo bajo condiciones estratosféricas polares.
En 1987, firma el Protocolo de Montreal, primer tratado internacional a favor del medio ambiente, firmado por la gran mayoría de las naciones para enfrentar un mal común que amenazaba la estabilidad de la Tierra.
En 1995, recibe el Premio Nobel de Química junto a su guía y colega Frank Sherwood y junto al química neerlandés Paul Crutzen, por sus aportaciones sobre la química atmosférica y la desintegración de la capa de ozono.
Cuatro años más tarde, en 1999, recibe Premio Sasakawa del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Asimismo, Mario Molina ha recibido múltiples Doctorados Honoris Causa por diversas universidades, entre las que destacan la Universidad de Harvard, la Universidad de Manchester, la Universidad de Yale y por supuesto, la Universidad Nacional Autónoma de México.
En 2004, funda el Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente A.C. en la Ciudad de México, que preside actualmente.
En 2013 recibe Medalla de Oro del Presidente de la República Italiana, máximo galardón institucional italiano.
Dos años más tarde, participa en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21), trabajando para la reducción de hidrofluorocarbonos (HFC) y su inclusión en el Protocolo de Montreal.
La información de esta semblanza puede consultarse en la página Centro Mario Molina (centromariomolina.org) y en el sitio oficial del Premio Nobel de la UNAM (nobel.unam.mx).